Qué se dice

Qué se dice

El procurador general de la República, Víctor Céspedes Martínez, anunció ayer que inició diligencias para deportar del país, por alegada «conducta impropia», a una búlgara de 28 años a la que el Poder Ejecutivo indultó el pasado 27 de febrero. Nadia Stoilova Alexandrova deberá abandonar el país tras ser expulsada del albergue a donde fue llevada, junto a su pequeña hija de año y medio, por Rafael Corporán de los Santos, de donde se fugaba por las noches para salir a divertirse -con traguitos incluidos- junto a su novio dominicano. Nadia, convertida en figura pública debido al vía crucis que padeció para salir de la cárcel, que finalmente logró abandonar gracias a la generosidad del empresario radial, ha traicionado la confianza de quienes quisieron ayudarla, que ahora se muestran escandalizados con las impropiedades conductuales de una muchacha cuyo único delito ha sido, a juzgar por las indignadas declaraciones de sus ex protectores, necesitar un poco de cariño (o como usted quiera llamarlo) y hacer todo lo posible por conseguirlo.

[b]Una buena idea[/b]

Nadie, hasta ahora, lo ha dicho con más claridad que el presidente del Senado, Jesús Vásquez Martínez, quien atribuyó los hechos de violencia que han enlutado la campaña proselitista al discurso agresivo de los candidatos presidenciales. Vásquez Martínez, importante dirigente del PPH (Proyecto Presidencial Hipólito), asegura estar muy preocupado por las consecuencias que podría traer el pleito a tiros entre perredeístas y peledeístas el pasado domingo, en el que murieron dos personas, por lo que pidió a los candidatos hacer un alto en el camino que permita bajar el peligroso tono que ha tomado el debate político. La idea de Vásquez, representante de María Trinidad Sánchez, no solo es buena sino también muy oportuna. Falta ahora que aquellos a quienes le sirve el sombrero decidan ponérselo, así sea en nombre de la tranquilidad a la que todos tenemos derecho.

[b]Un negocio muy pesado[/b]

La Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CEEE) acaba de someter a la justicia a los miembros de varias bandas que se dedicaban a sustraer los alambres del tendido eléctrico, para luego fundirlos y venderlos al mejor postor. Ese sometimiento, sin embargo, no será el único ni tampoco el último, pues la carestía mundial de metales pesados -hierro, cobre, acero- ha convertido su venta en un excelente y lucrativo negocio, pero ha desatado también una incontenible oleada de actos vandálicos que, si no se ataja a tiempo, nos dará muchos dolores de cabeza. No solo se robarán, como ya ha sucedido, las tapas del alcantarillado, las tarjas de las plazas públicas o el cableado soterrado que mantiene funcionando a los semáforos, sino que cualquier día de estos los audaces ladrones le echarán el ojo al vetusto y descalabrado puente Duarte, que debe valer -si el negocio es tan bueno como dicen- su peso en oro. ¿Alguien duda, conociéndonos como nos conocemos, que eso pueda suceder?

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