Delincuentes importados. Todo indica que nuestros problemas de criminalidad y delincuencia van de mal en peor, pues ya no solo hay que estar a la defensiva con nuestros propios delincuentes, que los hay para todos los gustos y colores, sino también con los importados desde el extranjero.
En menos de 24 horas la Policía Nacional dio cuenta del apresamiento de cuatro venezolanos que junto a dos dominicanos se dedicaban a asaltar a los clientes de los principales bancos, a los que perseguían desde que salían de esas entidades y los despojaban del dinero retirado, y cuatro mexicanos que integraban una banda que se dedicaba a estafar incautos con el cuento de que se habían sacado la lotería pero que, debido a su condición de extranjeros, necesitaban de la ayuda de alguien del país para poder cobrar el premio, al que finalmente convencían de que les adelantara cierta suma de dinero con el billete premiado como garantía. Y no se trata de casos aislados, una de las excusas favoritas de nuestros funcionarios, pues lo cierto es que cada vez es mas frecuente leer en las crónicas rojas de nuestros periódicos sobre extranjeros que han escogido nuestra hospitalaria isla tropical para sus actividades delictivas, incluida gente tan peligrosa como los miembros de los carteles mexicanos de las drogas. ¿Qué se está haciendo para depurar o dar seguimiento a los ciudadanos extranjeros que nos visitan o que deciden establecerse aquí? Aparentemente nada o muy poco, o por lo menos no lo suficiente, pero ojalá aparezca algún solícito funcionario con una explicación tranquilizadora. Mientras tanto, y en lo que el hacha va y viene, hago constar aquí que el famoso complejo de Guacanagarix que arrastramos desde hace cinco siglos se parece cada vez mas a una maldición.