Las cosas del cardenal.- Tratándose de alguien que opina prácticamente sobre todo, sea divino o humano, sorprende escuchar al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez decir que no le concierne lo que ocurre en el Congreso, donde el derrotero que llevan los trabajos de la Asamblea Revisora ha puesto en pie de guerra a la sociedad civil, con Participación Ciudadana en primera línea, sobre todo porque fresca está todavía en la memoria colectiva la cruzada que capitaneó su eminencia reverendísima para imponer en la nueva Carta Magna el respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte, cruzada que lo llevó a encabezar una manifestación católica frente al edificio del Congreso Nacional para motivar a los asambleístas, sin dejar de mencionar las advertencias públicas –que muchos asumieron como auténticas amenazas– a los legisladores que se atrevieran a votar contra el tristemente célebre artículo 30.
¿Qué hubiera ocurrido si, por obra del Demonio desde luego, en lugar de consagrar el respeto a la vida desde la concepción hasla la muerte los asambleístas hubiesen aprobado el aborto en condiciones especiales como aspiraban las feministas y otro sectores del país? No me atrevo a decir que, ante tamaña barbaridad, el Cardenal llamaría al pueblo católico a la desobediencia constitucional, o que se dedicaría a promover actos públicos de repudio a lo aprobado, que es lo que ha dicho que hará Participación Ciudadana junto a otras organizaciones, pero conociéndolo como lo conocemos se puede apostar a que de ninguna manera se cruzaría de brazos ante los hechos cumplidos, como se puede apostar también a que los legisladores habrían pagado un alto precio por la osadía de haberle llevado la contraria a la poderosa e influyente Iglesia Católica dominicana.