Qué se dice

Qué se dice

Pequeños pero gandíos.- Nada une mas que la común desgracia, sentirse amenazados por el mismo peligro, precisamente lo que está ocurriendo con los partidos minoritarios, a los que la aprobación de la Ley de Partidos  enviada al Congreso  Nacional por la Junta Central Electoral podría hacer desaparecer del super poblado mapa partidario dominicano. El argumento  mas socorrido es el cantaleteado derecho de las minorías,  pero también se quejan los representantes de esas organizaciones de que el tribunal de comicios  pretende entronizar el  bipartidismo en el sistema electoral dominicano  en beneficio del  PLD y el PRD.  Son razones que, vistas desde cierta distancia, parecen buenas y válidas, salvo por un detalle: nuestros partidos pequeños son, en la práctica, franquicias comerciales  concebidas para operar en un mercado abierto de oportunidades adonde  acuden cada cuatro años a subastar al mejor postor su apoyo electoral, siempre en atención de sus intereses más inmediatos. ¿Por qué tenemos los contribuyentes que financiar la existencia parasitaria de esas  organizaciones y sus “dirigentes”? ¿Por qué  tenemos que pagarles a esos “dirigentes” la yipeta, la villa en La Romana, la finquita en Baní, el apartamento en la torre lujosa o las vacaciones de su familia –suegra incluída–  en Miami? ¿En qué beneficia a la democracia dominicana la existencia de partidos políticos que no representan a nadie? Son las preguntas que deben hacerse senadores y diputados cuando les toque debatir a fondo la Ley de Partidos, que se espera se haga con  apego al universal principio democrático que consagra el respeto a las organizaciones políticas minoritarias, que ciertamente merecen beneficiarse del financiamiento el Estado, es decir de los contribuyentes, pero solo cuando  hayan  demostrado con su participación en un proceso electoral que ostentan la representación de un  segmento pequeño pero significativo de la población votante.

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