También tramposos. – En otro momento y circunstancia podría considerarse una travesura de muchachos, o acaso otra mas de las tantas bellaquerías atribuíbles a nuestros congresistas, los de antes y los de ahora, pero después de todo lo que ha pasado con la reforma constitucional, sobre todo después del acuerdo de aposento entre el PLD y el PRD que torció su rumbo, viene a ser algo así como la gota que derramó el vaso. ¿Cómo estar seguros de que lo ocurrido en la sesión del pasado jueves, cuando dos asambleístas perredeístas fueron sorprendidos in fraganti cuando votaban de manera fraudulenta por otros colegas que no se encontraban presentes, no ha pasado en otras sesiones y a mayor escala? ¿Cuántos artículos de la nueva Carta Magna han sido aprobados en esas circunstancias? ¿Quién nos puede dar garantías de que todo lo aprobado allí no es producto del chanchullo y la marrullería? Si hay un derecho del que, como ciudadanos, no hemos sido despojados todavía, es del derecho a descreer de quienes nos gobiernan o nos representan, sobre todo cuando nos dan razones para ello, y lo cierto y verdadero es que en estos momentos abundan los ciudadanos convencidos de que quienes están haciendo y deshaciendo a su antojo en la Asamblea Revisora, atendiendo solo a sus propios intereses políticos, no merecen ni su confianza ni su respeto.
Dando la cara.- Parece que será el Vicepresidente Rafael Alburquerque, y no su principal propulsor, el presidente Leonel Fernández, quien saldrá a dar la cara a las críticas que está recibiendo la reforma constitucional, pero empezó de una manera muy poco elegante: barriendo el piso, como quien dice, con la sociedad civil, a la que atribuye el malsano interés de desacreditar a la clase política para luego suplantarla. ¿Y desde cuándo, doctor Alburquerque, la clase política dominicana ha necesitado ayuda para desacreditarse frente a la población?