Qué se dice

Qué se dice

No eran necesarias las firmas de los 200 generales que suscriben el comunicado público de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, ni tampoco la advertencia contenida en ese documento de que las Fuerzas Armadas, «firmes y conscientemente unidas bajo la bandera de sus propósitos legítimos», solo acatarán la decisión emanada de la Junta Central Electoral respecto a la proclamación del ganador de las elecciones del próximo domingo. Ese comunicado, que muchos juzgarán «tranquilizador», es el más contundente desmentido al cacareado avance de nuestra democracia, todavía necesitada -según todos esos generales- de oportunos recordatorios para justificar su existencia.

[b]Muertos en campaña[/b]

Ha pasado exactamente un mes desde que el Procurador General de la República, el doctor Víctor Céspedes Martínez, declarara a la opinión pública, apenas un día después del pleito entre perredeístas y peledeístas en el que murieron dos personas en Los Alcarrizos, que ya se había identificado a los responsables de esas muertes. El mismo tiempo transcurrido, también, desde que el jefe de la Policía Nacional, el mayor general Jaime Marte Martínez, prometiera que durante su mandato los crímenes cometidos al calor de la campaña electoral no quedarían impunes. Los «sospechosos» de los que entonces hablaba el Procurador andan hoy por esas calles de Dios, completamente libres de pecados, y está claro que, mientras no haya nadie sometido a la Justicia por esas muertes, estaremos hablando de crímenes impunes. Uno no quisiera darle la razón a César Medina, quien no se cansa de repetir que los muertos en campaña no se pagan, pero los hechos no dejan otra alternativa.

[b]Rockash y algo más[/b]

Será difícil que la Asociación de Montecristeños en Santo Domingo, que exige el retiro inmediato del rockash depositado en el puerto de Manzanillo, pueda conseguir lo que no han podido lograr, con sus acciones y pronunciamientos, el Senado de la República, organizaciones ecologistas, artistas, intelectuales y cuanto ciudadano anda por ahí preocupado por el futuro de esta media isla digna de mejor suerte. El rockash, tóxico o no tóxico, se quedará en los lugares elegidos por nuestras autoridades para su descanso eterno, y no parece haber fuerza en el mundo, por lo menos en este gobierno y mientras estén ahí quienes hoy dirigen la secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, que lo traslade a otro vertedero. Sirvan estas líneas, pues, para dejar constancia, a través del dolido clamor de los montecristeños residentes en la capital, de que hay gente -así sean unos cuantos pueblerinos que sienten amenazado su terruño- que no está dispuesta a olvidar cómo llegó a este país esa basura y quiénes la trajeron.

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