Sorpresa.- La primera reacción de cualquier lector desprevenido es de sorpresa, de legítima sorpresa ¿De cuándo a dónde el Programa Solidaridad, el buque insignia de los programas sociales del gobierno, se dedica a construir viviendas? Les estoy hablando de un proyecto de 200 unidades habitacionales, un centro médico y una escuela, todo eso conectado a un sistema eléctrico y de agua potable, entre otros servicios, que Solidaridad se propone construir con la cooperación de la Junta de Andalucía de España en la provincia de Monte Cristi, donde serían reubicados los residentes en las comunidades El Higüero y La Cruz, ubicadas en una zona expuesta a las periódicas y devastadoras inundaciones del yaque del Norte.
Y todo eso, bajo el amparo de un decreto del Poder Ejecutivo firmado por el vicepresidente Rafael Alburquerque, Coordinador del Gabinete de Políticas Sociales, en ausencia del presidente Leonel Fernández, con fecha del 22 de septiembre pasado. Curiosamente ese decreto, al que se le ha dado poca o ninguna publicidad, no especifica si en la construcción de esas viviendas participarían otras instituciones del Estado, ni tampoco cuánto costarán las obras que se levantarían ni quién cargaría con el financiamiento. Buenas intenciones aparte, hay que decir que el asunto tiene todas las características de un invento si partimos de la ausencia total de experiencia en esos menesteres del Programa Solidaridad y sus gestores, todo eso agravado por el sospechoso secretismo con el que, hasta ahora, se ha manejado.
En tiempos de campaña electoral, como bien sabe un político tan rejugado como el doctor Alburquerque, un programa como el que dirige siempre será sospechoso de ser utilizado con fines clientelistas, lo que lo obliga a ser doblemente cuidadoso de sus acciones y omisiones si quiere evitar que los buenos propósitos que desde sus inicios han acompañado a Solidaridad terminen contaminándose con la maldita politiquería.