¿Cuál crisis? La reunión del pasado lunes del Comité Político del PLD, a la que solo faltaron el Vicepresidente Rafael Alburquerque, Bautista Rojas Gómez, secretario de Salud Pública, y José Joaquín Bidó Medina, presidente de la Comisión de Etica, lo decidió a unanimidad: no hay crisis interna, ni cosa que se le parezca, en el partido fundado por Juan Bosch.
Así lo certificó, a su salida del maratónico encuentro, Reynaldo Pared Pérez, secretario general y presidente del Senado (¿o es a la inversa?), para quien la mentada crisis solo existe en los medios de comunicación, pero de inmediato anunció la forma de conjurarla, decidida también a unanimidad: prohibir a los miembros del partido dirimir, al margen de los organismos correspondientes, sus quejas y críticas.
O sea que habrá que olvidarse de la denuncia de corrupción del doctor Euclides Gutiérrez Félix, que le llevaron a advertir a sus compañeros que de no ponerse freno a la situación va a caer preso hasta el presidente Fernández, del personalismo que, según los senadores Wilton Guerrero y Charlie Mariotti, ha suplantado a las estructuras partidarias, y por supuesto también del reclamo de Alejandrina Germán y Ligia Amada Melo de retomar las olvidadas enseñanzas de Juan Bosch, pero sobre todo la educación y la disciplina que hicieron suyas, como un catecismo y una práctica de vida, sus antiguos militantes, cuando el PLD era un partido pequeño y el poder, como ahora le reprocha Felucho Jiménez, no había contaminado de arriba abajo sus organismos.
Diga lo que diga Pared Pérez no es verdad que las razones que hicieron aflorar hasta los medios de comunicación todo ese malestar interno van a desaparecer de un día para otro solo porque lo decrete el Comité Político, pero si los peledeístas quieren creer que sacando sus querellas intestinas de los periódicos o poniéndose una mordaza resuelven el problema allá ellos.