Investigación.- Seguro estoy de que investigar la forma en que entró al país un cargamento de azúcar crema mezclado con arena sin que fuera sometido a los análisis de rigor no está entre las atribuciones de la Cámara de Diputados, pero en vista de que  ninguna autoridad se muestra interesada en aclarar el misterio hay que darle la bienvenida a la iniciativa de la Comisión  de Salud de la cámara baja que decidió asumir esa responsabilidad.

Lo curioso del caso es que no se trata de una investigación del otro mundo o que implique mayores dificultades y obstáculos, pues con tan solo reunirse con las partes involucradas,  y hacer las  preguntas correctas, quedaría todo aclarado. Y a menos que en esas indagatorias se tropiecen con un jorocón, apellido intocable, no debería haber ningún problema para llegar hasta la verdad de lo que realmente sucedió y quién (o quienes) es el responsable.

Campos de batalla.- Nuestras calles se han convertido en campos de batalla, unas veces porque las bandas que se disputan el control del microtráfico deslindan a balazos sus territorios de influencia, otras porque la violencia y ferocidad conque sindicatos y transportistas defienden la “propiedad” de sus rutas con frecuencia degeneran en trifulcas que ponen en riesgo vidas y propiedades, y ni hablar de los intercambios de disparos entre supuestos o verdaderos delincuentes y la Policía, pues siempre es posible quedar atrapado en un fuego  cruzado y a Dios que reparta suerte. Y si a eso le sumamos la eventualidad de ser asaltados, no importa si andamos a pie o en yipeta, en la próxima esquina, o que un animal de dos patas y cuatro ruedas nos choque y para colmo quiera imponer a tiros su versión del accidente, tenemos que concluir, necesariamente, en  que salir cada día a la  calle en este país supone una aventura tan peligrosa que nos puede costar hasta la vida.