Marcando distancia.- A decir verdad, ha sido muy poco convincente la explicación ofrecida por la Oficina de Prensa de la Presidencia para justificar la confusión (para llamarla de alguna manera) en torno al viaje a Nueva York del presidente Danilo Medina el pasado domingo, cuando se puso de mojiganga a los periodistas informándoles que el mandatario saldría a una hora hacia el aeropuerto Las Américas cuando en realidad lo hizo a otra muy distinta, lo que impidió que estuvieran presentes, como es su costumbre, cuando este abandona el país en misión oficial.
Un mes puede ser poco tiempo para medir los alcances y consecuencias de las acciones y realizaciones de un gobierno, pero resulta suficiente para conocer sus intenciones. Y lo que esas intenciones nos dicen, con bastante elocuencia por cierto, es que el presidente Medina, al igual que su antecesor, prefiere mantener a la prensa a prudente distancia, donde no perturbe ni incomode con sus preguntas impertinentes o sus averiguaciones. Qué pena.
El pie de amigo de la Iglesia.- Primero fue el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien sorprendió al país católico y no católico pidiendo la tradicional tregua de los cien días para el nuevo gobierno, después monseñor Agripino Núñez Collado en su condición de presidente del Consejo Económico y Social (CES), y ayer le tocó el turno a monseñor Amancio Escapa, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo, quien le arrimó otro pie de amigo al gobierno con su afirmación de que no tiene la culpa todo lo malo que le ocurre al país y a los dominicanos. Mejor de ahí se daña, como dice la conocida expresión, pues contar con la bendición de figuras tan importantes de la influyente Iglesia católica es bueno para cualquier gobierno, y más que nada para mantener contenta a esa voluble y caprichosa damisela que llaman gobernabilidad.