¿Por qué ahora?- Superada la sorpresa inicial  mi primera tentación fue atribuir al afán de hacerse notar en esta larga transición, al igual que otros funcionarios a los que se les ve muy activos  en estos días, el sometimiento a la justicia de 16 exfuncionarios, entre ellos el exdirector del Instituto Nacional  de Recursos Hidráulicos,  Héctor Rodríguez Pimentel, y seis de sus colaboradores, y el exdirector del Seguro Médico para Maestros (SEMMA) Francisco Cruz Pascual, acusados de manejo fraudulento de los recursos que administraban.

Pero esa es, evidentemente, una explicación muy superficial, pues no es verdad que un funcionario que se ha caracterizado por su inocuidad, por su falta de arrojo, voluntad y firmeza para enfrentar un flagelo tan virulento como el de la corrupción, va de la noche a la mañana a darle un vuelco tan brusco a la política anticorrupción  del gobierno faltando apenas un mes para dejar el cargo y tan solo para hacerse el gracioso con los que vendrán.

Ese no es el Hotoniel Bonilla que el país ha conocido. Descartada, por improbable, esa posibilidad, concentrémonos entonces en la única explicación que nos queda: la política. La misma razón, vale resaltarlo, por la que la Dirección Nacional de Persecución de la Corrupción  no movió un dedo para perseguir a los señalados como corruptos en estos últimos ocho años a pesar de tener para coger y dejar, pues auditorías, denuncias y acusaciones  no han faltado. 

Y es que así como el presidente Leonel Fernández dedicó los últimos meses de su gestión a recorrer el país inaugurando obras con el claro propósito de dejar bien fresca en la memoria de sus beneficiarios el mejor de los recuerdos  posibles,  el mandatario se procura con estos sometimientos   una buena coartada para “cubrir” uno de los aspectos más cuestionados de sus gobiernos: su permisividad frente a la corrupción. Así le calla la boca a sus críticos, y de paso  le   roba a Danilo Medina una iniciativa con la  que  hubiera podido lucirse.