Otro gallo canta.- Cómo se nota que otro gallo canta en la Procuraduría General de la República. Una de las últimas medidas del doctor Radhamés Jiménez, a quien nadie puede regatearle el logro extraordinario que ha supuesto la implementación del Nuevo Modelo Penitenciario, fue prohibir la celebración de fiestas masivas en las cárceles, en un momento en que coincidieron en prisión varios bachateros y merengueros urbanos y el choteo en las redes sociales divulgó toda clase de rumores, desde los más inverosímiles hasta los más extravagantes, sobre fiestas, celebraciones y conciertos.
¿Y no se suponía que las fiestas estaban prohibidas, que el que está preso no puede disfrutar de esas diversiones? Esa fue –en el momento– mi ingenua pregunta, como si no supiera, como sabe desde hace tiempo todo el mundo, que en las cárceles dominicanas no solo se han celebrado rumbosas fiestas donde se consumen finas bebidas y se degustan exquisitos manjares, sino que hay reos que tienen más comodidades y electrodomésticos en sus celdas que muchas familias de clase media. Pero las cosas apuntan a un cambio, y tal parece que radical. El doctor Francisco Domínguez Brito acaba de prohibir la utilización de aires acondicionados y otros privilegios (lapstops, celulares, internet, parábolas…), bajo el predicamento de que no es justo que el Estado dominicano pague la energía consumida por condenados por narcotráfico y otros crímenes graves. No será, desde luego, una medida fácil de aplicar, de lo que se dará cuenta muy pronto el doctor Domínguez Brito, quien tendrá así la oportunidad de poner a prueba –con el país como expectante testigo– su determinación y fortaleza de carácter.