A las malas.- Lo que acaban de hacer el comandante rebelde Juan Hubieres y sus tropas de Fenatrano es la mejor demostración de que no merecen que se les confíe una de las rutas alimentadoras del Metro, como pretenden, mucho menos si es por las malas. Es de lamentar que la realización de una huelga sorpresa en las rutas que operan, que dejó varados a miles de pasajeros que no pudieron llegar a tiempo a sus trabajos, sea el mejor argumento del que dispone Hubieres y su gente para convencer al gobierno de que les asigne (¡zafa!) un servicio estratégico para el buen funcionamiento del Metro.
Irrespeto.- Las imágenes difundidas ayer por los periódicos y la televisión, en las que se ve a decenas de sudorosos empleados del IDSS, entre los que había médicos, enfermeras, odontólogos, bioanalistas y personal administrativo mientras realizaban un piquete, bajo el despiadado sol tropical, a las puertas de la secretaría de Hacienda en reclamo del completivo del salario de noviembre, nos retrata de cuerpo entero. Un vocero de los piqueteadores explicó que se han cansado de hacer llamadas telefónicas al secretario de Hacienda, Vicente Bengoa, para que les explique lo que ocurre, sin recibir respuesta, salvo la que les dio in situ un funcionario, mas o menos para salir del paso, de que se trata de asuntos burocráticos. ¡Qué poco respeto muestra este gobierno por los médicos y el personal de salud!
Irracionalidades.- Ahora toca el turno a los bomberos de reclamar aumento salarial, para lo cual dicen estar dispuestos a recurrir al extremo recurso de la huelga. Si no fuera porque la ley prohíbe las huelgas en los servicios públicos, sobre todo en aquellos destinados a preservar vidas y propiedades, casi está uno tentado a respaldar a la Federación de Cuerpos de Bomberos en su reclamo, dada la miseria –4 mil pesos mensuales promedio– que ganan esos servidores. Pretender que un bombero o un policía se jueguen la vida por la chilata que les pagamos constituye una irracionalidad con la que ya no es posible seguir conviviendo.