Qué se dice

Qué se dice

Contraste.- Es evidente que el nuncio   apostólico Josef Wesolowski da crédito, aunque no lo dijera de manera explícita,  al sazonado Informe de Amnistía Internacional en el que se denuncian los recurrentes excesos de la Policía Nacional cuando  en una misa que ofició con motivo de celebrarse el pasado viernes el día de San Judas Tadeo, patrono de la Policía, exhortó a  sus miembros a evitar los excesos y el derramamiento de sangre en los barrios pobres. Claro está, aceptar la realidad que describe ese informe no entraña un gran mérito para quien viva  en este pequeño país y esté mínimamente enterado de lo que sucede,  pues   aquí todos nos conocemos  y la Policía no hace muchos esfuerzos por ocultar o disimular sus bárbaros métodos.  Y pensar que un Senador de la República, peledeísta para más señas, se atrevió a decir que el informe de Amnistía  es parte de un plan para hacerle daño al país.  ¡Cuánta imaginación!

¿Quién vigila al vigilante?.-  “Yo soy un hombre que padezco de algunos trastornos mentales, al padecer de trastornos mentales, a veces me pongo loco, tengo una operación de veinte y pico de puntos en la cabeza, me faltan algunos órganos de la cabeza y me trato en el Darío Contreras”. Lo que acaban de leer es el “alegato” esgrimido ante el juez por el vigilante privado Junior Familia Rodríguez, de 26 años, acusado de asesinar de seis balazos a su ex pareja, que se negaba a volver con él,  cuando llegaba a su lugar de trabajo. ¿Cómo es posible que un hombre que admite que se pone loco o que le faltan “órganos de la cabeza” se le confíe un arma de fuego y encima la responsabilidad de proteger vidas, bienes y propiedades? Tanto usted como yo, querido lector, conocemos de sobra esa respuesta, pero es triste y doloroso tener que lamentar, cada vez que se produce un hecho de sangre que involucra a un vigilante privado, un guachimán como los llama el pueblo, que no hay quien vigile a los vigilantes.

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