Qué se dice

Qué se dice

Parece que la directiva del Colegio Médico Dominicano, que preside el doctor Waldo Ariel Suero, empieza a desesperarse por los pobres resultados que han dejado las huelgas que ha promovido, junto a las enfermeras y demás trabajadores de la salud, exigiendo un aumento salarial de un cien por ciento. Solo eso explica que se atreva a decir, como la cosa más natural del mundo, que la próxima semana pretende tomar por asalto el túnel de la avenida 27 de Febrero, como parte de un programa de actividades de carácter reivindicativo que también incluye otra huelga y un piquete frente a la secretaría de Salud Pública. La decisión de los médicos, siempre y cuando las autoridades responsables de velar por el orden público se lo permitan, provocaría graves trastornos al desenvolvimiento del tránsito vehicular de la capital, así como a los miles de usuarios que utilizan ese túnel para sus cotidianos desplazamientos, que no tienen porqué cargar con las consecuencias de la negativa del Gobierno a satisfacer las demandas de los trabajadores del sector salud, como tampoco la tienen los miles de infelices que acuden a los hospitales públicos para comprobar tan solo cuán grande es su desamparo.

[b]Perdiendo la compostura[/b]

La mañana del miércoles pasado la asociación que agrupa a los pensionados y jubilados del ayuntamiento del Distrito Nacional montó otro de sus habituales piquetes frente al Palacio Municipal, coincidiendo con una rueda de prensa organizada por la sindicatura para anunciar la celebración anual del Día Libre de los Estudiantes. La ruidosa protesta de los jubilados trastornaba, al parecer, la solemnidad de una actividad en la que participaban distinguidas personalidades, incluídos algunos diplomáticos extranjeros, lo que tal vez explique la destemplada respuesta que dio el síndico a las inquietudes de los periodistas, deseosos de conocer los motivos de tanto alboroto. La indignada reacción de Salcedo, de ordinario ecuánime y caballeroso, provocó gran sorpresa entre los comunicadores, que hasta ese momento ignoraban que el tirijala con los jubilados lo perturbara tanto como para hacerle perder la compostura en el momento menos indicado.

[b]La zafra perpetua[/b]

La denuncia, por desgracia, ni siquiera tiene el atractivo de la novedad, y hasta es probable que termine archivada en algún polvoriento rincón de la memoria, siempre tan descuidada cuando de hechos comunes y ordinarios se trata. Pero aunque sea por vicio o simple redundancia hay que seguir lloviendo sobre mojado, como acaba de hacer el directorio central ejecutivo del PRSC al denunciar la manera «atropellada» en que el Consejo Estatal del Azúcar está enajenando sus tierras en la zona oriental con la venta de lotes de solares y fincas a gente vinculada al gobierno o al PPH, que como el arroz blanco está en todas partes. Se trata de la zafra perpetua a la que se ha sometido el enorme patrimonio del CEA, pero no desde el pasado gobierno, como argumentan los denunciantes, sino desde mucho antes, cuando nuestros políticos descubrieron, incluído -por supuesto- el doctor Joaquín Balaguer, que la herencia dejada por Trujillo era parte de la gigantesca piñata, de 48,442 kilómetros cuadrados, a ser repartida entre su vasta clientela.

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