Qué se dice

Qué se dice

La dirigencia reformista, la que toma las decisiones, está en todo su derecho de aceptar como válidas las explicaciones ofrecidas por Quique Antún al pacto firmado con el doctor Leonel Fernández y el PLD a espaldas de la Comisión Ejecutiva, pero deberá estar preparada, igualmente, para las consecuencias que acarreará, en este momento de extrema vulnerabilidad que vive el PRSC, pasar por alto lo que ha sido calificado como una deslealtad imperdonable por algunos indignados compatriotas. Un cínico dirá, para restarle gravedad al hecho, que Antún simplemente formalizó en el papel lo que el grueso de la militancia reformista expresó en las urnas, olvidando que son precisamente esas actuaciones de sus dirigentes las que acabarán provocando que la militancia que se mudó temporalmente al PLD, por razones estrictamente electorales, convierta esa decisión en definitiva.

[b]Los insaciables[/b]

Los ayuntamientos del Distrito Nacional y de Santo Domingo Oeste están obligados a sopesar muy bien la solicitud de los vendedores del mercado de las pulgas instalados debajo del elevado de la avenida Luperón, que desean que se les amplíe el área donde operan para dar cabida, supuestamente, a 500 «colegas» que según ellos se quedaron fuera del reparto de espacios cuando fueron reubicados en el lugar hace algunos meses. Si Roberto Salcedo o Domingo Batista complacen, por una razón u otra, a esos vendedores, corren el riesgo de que dentro de seis meses tengan que hacer nuevas concesiones, y el bendito mercado de las pulgas termine llegando hasta las puertas mismas de San Cristóbal. Ha sido el crecimiento vegetativo, descontrolado, de ese mercado, lo que ha obligado al ayuntamiento capitaleño a confinarlo en su actual ubicación, donde funciona muchísimo mejor, con menos trastornos para la ciudad, que en el Centro de los Héroes. )Por qué dañar lo que nos ha costado tanto esfuerzo hacer bien?

[b]Un ejemplo[/b]

Dicen que Dios dijo: ayúdate que yo te ayudaré. Y aunque lo dijo hace mucho, muchísimo tiempo, todavía hay oídos capaces de escuchar ese sabio mensaje y actuar en consecuencia. De eso pueden dar fe cientos de pobladores de las comunidades de Rancho Arriba y Juan Adrián, en Bonao, quienes armados de palas, picos, colines, machetes y cuanta herramienta de trabajo encontraron a mano, decidieron iniciar con sus propios recursos los trabajos de reconstrucción de la carretera que une esas comunidades con Rancho Arriba, paralizados desde hace veinte largos años. La decisión de esa gente debería servir de ejemplo a otras poblaciones del país que han decidido sentarse a esperar por la solución de sus problemas, maleadas por el paternalismo castrante de un Estado cada vez más ineficiente.

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