Qué se dice

Qué se dice

Navarrete, Licey, Esperanza, Tamboril, Canca la Reina, Imbert, Luperón, Laguna Salada, Guayubín, Arenoso, Monte de la Jagua, Villa Trina y pare usted de contar, pues la lista de comunidades que se han levantado en pie de guerra, en protesta por los apagones, es ya tan larga como el suplicio al que nos somete una crisis eléctrica que no solo carece de culpables sino también de soluciones. La chispa de la protesta, que ha tocado ya a 27 comunidades a lo largo de nueve provincias en el Cibao y el Noroeste, ha dejado un saldo, hasta el momento, de seis heridos y cientos de detenidos, sin dejar de mencionar los trastornos que provocan esos desórdenes en la vida de las comunidades. Esas violentas protestas, sin embargo, son tan solo una muestra, un «avance» del gran incendio que podría producirse en este país si se sigue jugando con la paciencia de la gente, que tanto en Santo Domingo como en el interior del país, es decir a todo lo largo y ancho de nuestra insular geografía, está total y definitivamente harta de los jodidos apagones.

[b]La fiesta sigue[/b]

Y el robo de metales, principalmente hierro y bronce, para fundirlos y posteriormente venderlos en el mercado internacional, donde disfrutan de excelentes precios, prosigue su agitado curso, hasta alcanzar extremos francamente preocupantes. La dirección del Hogar de Niñas Nuestra Señora de La Altagracia, de Villa Consuelo, denunció ayer la sustracción de todos los calderos que utiliza para preparar la comida de las internas, ochenta niñas en total, razón por la que el padre Luis Rosario, coordinador de la Pastoral Juvenil, ha pedido a la Policía Nacional que aumente la vigilancia en la zona. Los religiosos han solicitado también la ayuda de personas generosas para hacer posible la reposición de los 15 calderos robados, pero es evidente que habrá que disponer de alguna vigilancia especial para proteger de la codicia de los ladrones unos utensilios de cocina tan valiosos.

[b]Más vale prevenir…[/b]

La gente de la torre Acrópolis, siempre tan susceptible, de seguro prestará atención a lo que se dice está sucediendo, en horas de la noche, en la explanada frontal de ese hermoso edificio, donde un grupo numeroso de «palomos», procedentes al parecer de algún barrio cercano, se ha convertido en una amenaza para los jóvenes que acuden al lugar, a quienes provocan e intimidan, incluso, con navajas y cuchillos. No se trata, como pudiera pensarse, de simples «cosas de muchachos», pues según han denunciado algunos padres se ha llegado hasta a las agresiones físicas, ante la mirada indiferente del personal de seguridad de la torre, que no quiere, o no se atreve, a intervenir. La situación, no habría ni que decirlo, es potencialmente peligrosa, y podría terminar -Dios no lo quiera- en una lamentable desgracia. No lo olviden: más vale prevenir que tener que lamentar.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas