[b]Pisa y corre[/b]
No bien acaba de regresar de un «fructífero» viaje a los Estados Unidos, donde se reunió con empresarios y personalidades del mundo académico y diplomático, cuando el flamante presidente electo se apresta a emprender otra gira, esta vez por Europa, donde se propone contactar potenciales inversionistas interesados en poner a producir su dinero en este paraíso de 48,442 kilómetros cuadrados. Rafael Núñez, asistente del doctor Leonel Fernández, explica que este nuevo viaje, el tercero que realiza desde que fue electo el pasado 16 de mayo, tiene «características similares» al realizado anteriormente a Chile, Brasil, Argentina, Uruguay y Venezuela, y mantendrá al doctor Fernández diez días alejado de los apagones, las discusiones laberínticas sobre la reforma tributaria, así como de los reclamos, cada vez más insistentes, de aumento salarial para todos los sectores. (Qué envidia!
[b]Amnistía general[/b]
Sería una especie de amnistía general, una gracia que extendería un manto de perdón sobre todo aquel que, en el Partido Reformista Social Cristiano, haya incurrido en alguna «debilidad» que lo llevara a la violación de los estatutos de la organización, tanto si se trata de una simple falta disciplinaria, sin mayores consecuencias, como de la firma de un acuerdo secreto, a espaldas a los organismos de dirección, con otra fuerza política. Marino Collante Gómez, presidente del directorio provincial del PRSC en Santiago, apela al cristiano sentimiento del perdón para hacer posible la reconciliación de la desunida y maltrecha familia reformista, así como el reingreso de los expulsados «por alta traición». La propuesta de Collante tiene, como el alacrán, el veneno en la cola, pues sugiere que aquellos que se beneficien de tan generosa amnistía se comprometan a no aceptar cargos en el próximo gobierno. Chupe usted, y déjeme el cabo.
[b]De miserias y pensiones[/b]
En la dilatada vida de Zoilo Peña, quien acaba de cumplir 101 años de edad, abundan las razones para sentirse orgulloso, pero ninguna le proporciona tanta satisfacción como la de haberle sobrevivido a la iniquidad de un Estado incapaz de retribuir con una pensión digna a sus servidores, que en su caso abarca más de medio siglo trabajando en la Marmolería Nacional, pasada al sector privado por la Comisión de Reforma de la Empresa Pública (CREP) en el año 2,000, justo el año en que se quedó «en el aire». Debe ser por eso que aún le quedan fuerzas para reclamar lo que le corresponde por derecho propio en un sistema de pensiones anacrónico, injusto y miserable, aunque de eso no se hayan enterado todavía en el doceavo piso del Banco Central.