Qué se dice

Qué se dice

Como se trata de una situación delicada, que compromete la buena convivencia de un matrimonio en el que no es posible el divorcio, como nos recordara ayer -en tono casi amenazador- el presidente Aristide, hay que decirlo sin muchas vueltas: no parece buena idea enviar tropas a desempeñar tareas en Haití, aún sea por razones tan atendibles como la custodia de nuestra embajada, que dicho sea de pasada no ha recibido, hasta donde se sepa, ninguna amenaza que justifique una decisión que no tiene precedentes en la tensa y accidentada historia de las relaciones entre ambos países. Dominicanos residentes en Puerto Príncipe contaron a este diario que viven momentos de gran angustia desde que circula el rumor de que el gobierno dominicano ayudó a los rebeldes, lo que ha motivado que una gran cantidad de compatriotas, temerosos de sus vidas, haya escapado hacia República Dominicana. ¿Qué ocurriría si, en un momento de nerviosismo o confusión, esos soldados disparan a una multitud fuera de control, al mejor estilo de las hordas enloquecidas que alienta el movimiento Lavalás? El envío de esos soldados es la peor idea que se le ha podido ocurrir al gobierno para enfrentar una situación que, según todas las evidencias, ha desbordado su capacidad de actuar con la prudencia que aconsejan las circunstancias.

[b]Virulencias[/b]

El coordinador de la Pastoral Penitenciaria, Fray Arístides Jiménez, ha hecho unas declaraciones particularmente ácidas criticando el otorgamiento masivo de indultos por parte de una Procuraduría que ha demostrado «incompetencia e ineptitud» en el desempeño de sus funciones, lo que evidencia que las tirantes relaciones entre la Pastoral y el doctor Víctor Céspedes Martínez han alcanzado un nivel de virulencia preocupante. Pero si hacemos a un lado esos enconos hay que decir, en honor a la verdad, que resulta injusto cargarle a la comisión de indultos toda la responsabilidad por los escándados que se han producido, pues el problema no está en el proceso de depuración que realizan sus integrantes, sino en los reclusos que han llegado en paracaídas a la lista final de escogidos, sin que nadie haya sido capaz de explicar porqué fueron favorecidos con una libertad a la que no tenían derecho.

[b]Contra el tiempo[/b]

Sería interesante saber, aunque solo sea por simple curiosidad, de dónde piensa sacar el presidente Mejía los recursos que le permitirán terminar, de aquí al 16 de mayo, la gran cantidad de obras que se levantan a todo lo largo y ancho de la geografía nacional, para lo cual ha venido sosteniendo reuniones con legisladores, gobernadores provinciales y dirigentes regionales del PPH, para levantar una especie de inventario de las más urgentes o perentorias, en función -desde luego- de su potencial electoral. La terminación de esas obras, según los estrategas pepeachistas, permitiría el relanzamiento de la candidatura reeleccionista del mandatario, que las últimas encuestas sitúan en un tercer lugar, muy distante del doctor Leonel Fernández, pero sigue resultando cuestra arriba hacer posible una hazaña de tal magnitud faltando tan poco tiempo para las elecciones. Saque usted sus propias cuentas, y verá que tampoco le cuadran los números.

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