Qué se dice

Qué se dice

No es aventurado afirmar que los ideólogos de la estrategia de convertir el caso Baninter en tema de campaña electoral estaban conscientes, por lo menos, de los riesgos que asumían al batir tan maloliente escándalo al margen de los tribunales, como también es previsible suponer que, tras el rumbo que han tomado los acontecimientos, deben estar arrepentidos de haber elegido tan escabroso camino. Por eso ya hay quien piensa que los perpetradores de la encerrona han pasado -por un lamentable error de cálculo- de cazadores a cazados, pues han ido a meterse, por su propio gusto y voluntad, en la trampa que urdieron en su interés de atrapar una pieza de caza tan valiosa como el doctor Leonel Fernández Reyna, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana y favorito, según todas las encuestas, para ganar las elecciones el próximo 16 de mayo.

[b]Viajeros ilegales[/b]

No es por llevarle la contraria, ni cosa que se le parezca, al embajador norteamericano Hans Hertell, portavoz de las preocupaciones de su país por la intensidad del trasiego de ilegales hacia territorio norteamericano, principalmente a la isla de Puerto Rico, pues si bien es cierto que hace falta concientizar a la población para que no siga exponiendo la vida en manos de personas inescrupulosas que solo buscan su propio enriquecimiento, también lo es que hará falta mucho más que una campaña de concientización, a través de los medios de comunicación, para atajar un problema tan complejo como la inmigración ilegal. Se agradecen, de todas maneras, las preocupaciones del diplomático por los peligros que encierran esos «viajes de muerte», pero nuestros compatriotas, desgraciadamente, prefieren asumir ese riesgo a quedarse en su propia tierra, la misma que les vio nacer pero que les ha negado la posibilidad de realizar los sueños de progreso y bienestar a los que tienen derecho.

[b]Por la ciudad posible[/b]

Hay que felicitar, a propósito del carnaval electoral en el que estamos metidos, a las autoridades del ayuntamiento del Distrito Nacional, por la firmeza demostrada en su empeño por hacer valer las disposiciones municipales que regulan la colocación de propaganda política en los espacios públicos, que por primera vez -que conste- ha logrado mantener la ciudad razonablemente a salvo de la arrabalización y el caos que suelen tomarla por asalto cada torneo electoral. No ha sido, desde luego, una tarea fácil, pues a menudo han tenido que plantarle cara a nuestros políticos, que a veces llegan a creerse, sobre todo cuando están en el poder, por encima de las leyes que rigen al resto de los mortales. Eso explica su anuncio de que someterán ante la Suprema Corte de Justicia al diputado y dirigente perredeísta Ramón Bueno, acusado de violar la resolución 56-99 sobre Reglamentación de la Publicidad Exterior, pero también de agredir, junto a un grupo de enardecidos dirigentes de su partido, a un obrero municipal que solo cumplía con su deber. Y todo por hacer posible la ciudad en la que siempre hemos querido vivir.

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