Qué se dice

Qué se dice

El humor abunda en la campaña electoral aunque no todos los cuentos que circulan por el internet sobre candidaturas podrían publicarse sin causar profundas heridas. Hay uno que sí es aceptable y es el siguiente: “En el momento del parto, un médico en el hospital de la seguridad social de Barahona, queriendo alentar a la parturienta, comienza a estimularla para un desenlace feliz; le grita ¡puja! y le repite: ¡puja que e’ pa fuera que va! A todos la expresión les resultó graciosa, no así a la directora del centro quien protestó al galeno acusándolo de llevar la política hasta la sala de parto. El joven profesional solo le pudo contestar: doctora, qué usted quiere, si es pa’ fuera que va”.

[b]Garzas y algo más[/b]

Al margen del efecto indeseable que el vertedero Duquesa genera para la aviación al punto de impedir las operaciones de un costoso aeropuerto, debe advertirse que como destino final para desechos sólidos ese sitio es también un fracaso para la capital. Allí no hay clasificación de los componentes de la basura para garantizar su degradación sin repercusiones nocivas para el subsuelo. Además no se aplica un recubrimiento científico de los desperdicios como se entiende que debe hacerse en todo relleno sanitario. La ciudad está siempre en riesgo de que algún incendio incontrolable de los residuos a cielo abierto arroje a la atmósfera grandes humaredas y gases nocivos. Duquesa es perjudicial con o sin aeropuerto y está demasiado cerca de zonas pobladas. ¿Por qué no se toma con rapidez la decisión de ubicar por lo menos tres terrenos más apropiados para procesar o enterrar desperdicios a fin de que esta enorme zona urbana no dependa más de un solo y contaminante destino para la basura?

[b]RD: todo cabe[/b]

El muy llevado y traído “rockash” que desechan las termoeléctricas de Puerto Rico ha tenido muy buenos defensores pero algunas de las explicaciones sorprenden. Ahora se dice que la sospechosa argamasa sería consumida en Montecristi por una industria que producirá cemento, bloques y adoquines. Lo extraño es que la tal materia prima haya llegado al país primero que las maquinarias que se utilizarían para procesarla. Lo absolutamente cierto es que el rockash constituye un serio problema ambiental en la vecina isla. Se sabe que las autoridades del Estado Libre Asociado, que se caracterizan por la firmeza e inflexiblidad para hacer valer sus leyes, están obligando a los generadores de electricidad a deshacerse de los residuos que acumulan en torno a sus grandes plantas. Ahí es donde entra en juego la blandura y flexibilidad de un país sin tradición de respeto a normas ecológicas como es el caso de República Dominicana. Las cosas se facilitan trayendo aquí lo que allá daña. Una solución barata que mueve a preguntar: si esos residuos son tan ventajosos para producir cemento, ¿por qué no lo emplean para esos fines en la vecina isla?

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