Una queja.- René Vicioso, presidente de la Fundación Bienvenido Seas, me escribe para agradecer comentarios de esta columna sobre los deportados a propósito de la denuncia del doctor Marino Vinicio Castillo sobre las pretensiones del narcotráfico de infiltrar el Congreso y los ayuntamientos, para defender el derecho que le asiste, amparado en las leyes y la Constitución de la República, a optar por un escaño en el Congreso , pero también para expresar algunas preocupaciones derivadas de las declaraciones contra los repatriados ofrecidas por el presidente de la Comisión de Etica y Combate a la Corrupción, en perjuicio de una población (Vicioso asegura que en el país hay 35,000 deportados desde cárceles de Estados Unidos, no 50,000 narcos como señala el doctor Castillo) que en su mayoría solo aspira a reinsertarse socialmente y llevar una vida honrada y decente junto a sus familias.
Y para muestra, Vicioso cita estadísticas de los organismos de seguridad que dan cuenta que de ese total solo el 1,5% ha vuelto a delinquir, en tanto en los últimos diez años otros 2,000 se han graduado en el país en distintas profesiones. Pero lo que realmente le preocupa es que, como producto de esas denuncias, se desate una cacería de brujas en contra de los repatriados y empiecen a caer víctimas de los letales intercambios de disparos, lo que vendría a hacer más difícil, si acaso eso es posible, su existencia, pues debido a que la Policía les niega el papel de buena conducta les resulta imposible conseguir un buen trabajo, abrir una cuenta bancaria o realizar cualquier otro tipo de transacción legal.
La situación es tan insostenible, señala Vicioso, que piensa llevarla, en calidad de denuncia, ante organizaciones internacionales vinculadas a los derechos humanos como Human Righs y Amnistía Internacional, en el entendido de que los repatriados también tienen derecho a ser parte del desarrollo económico, político y social del país que les vio nacer.