De lo estético a lo político.- Es evidente que el problema con el Zooberto —como lo ha bautizado socarronamente el ingenio popular— que se construye entre las avenidas Abraham Lincoln y John F. Kennedy no es el propósito para el cual fue concebido por el ayuntamiento del Distrito Nacional y el síndico Roberto Salcedo, crear conciencia entre niños y adultos sobre la necesidad de amar y proteger a la Naturaleza y sus recursos, mucho menos si se trata de poner a disposición de los capitaleños un espacio público creado para el sano esparcimiento de la familia, que bastante escasos están por cierto.
l problema, al parecer, son los bichos verdes, como los llamó mi querida amiga Inés Aizpún, su grotesco tamaño, y desde luego, el ostensible mal gusto de quienes concibieron y realizaron el proyecto, que según revelaciones del propio Salcedo es obra exclusiva de técnicos y trabajadores del cabildo. Está clarísimo que en el ayuntamiento subestimaron la capacidad de choteo de los dominicanos, que se han dado gusto haciendo bromas de distintos colores y calibres a costa de los animales en exhibición, sobre todo en las llamadas redes sociales.
Sin embargo, el problema ya no es tan solo estético sino también político, pues ayer tarde el Zooberto fue escenario de una actividad de protesta organizada por el equipo de campaña del aspirante a diputado por la circunscripción número uno Pedro Catrain, donde se reclamó al ayuntamiento del Distrito Nacional que actúe con mayor transparencia a la hora de acometer ese tipo de adefesios, y no hay porqué dudar que rivales políticos de mayor envergadura que Catrain aprovecharán también la ocasión para renovar sus críticas a Salcedo, quien nunca tuvo entre sus planes que un zoológico tan singular lleve su nombre (lo que el pueblo bautiza se queda así para siempre ), ni que una obra destinada a enaltecer su gestión se convierta, sin desearlo ni proponérselo, en un molesto dolor de cabeza electoral.