Como una piñata– Como tanta gente sospechaba, los apartamentos de lujo construidos por el INVI en la avenida Luperón a un costo superior a los mil millones de pesos fueron a parar a manos de allegados del gobierno y el PLD, sin que a nadie le conste que el método de selección de los agraciados fue transparente y democrático, es decir que pudieran concurrir en igualdad de condiciones y sin favoritismos todos los ciudadanos interesados.
Gracias a un reportaje de Alicia Ortega ahora sabemos que entre los adquirientes hay militares que pertenecieron al Cuerpo de Ayudantes del presidente Leonel Fernández, funcionarios en funciones y sus secretarias, hijos de funcionarios, periodistas caídos en gracia, empleados de la Fundación Global, del anterior Despacho de la Primera dama, y hasta una cuñada y un sobrino de 26 años de la Vicepresidenta, Margarita Cedeño de Fernández; en fin, un montón de gente que, en su mayoría, no cumple con el principal requisito que debe llenar quien aspire a beneficiarse de una vivienda financiada por el Estado dominicano: no tener casa propia.
Repartida la piñata solo queda decir, con cinismo y resignación, que a quien Dios se lo dio que San Pedro de lo bendiga y lo disfrute mucho, pero eso no quiere decir que pasemos por alto la presencia en ese listado de varios jueces, algunos de las altas cortes, que al igual que el resto de los beneficiarios se les concedió un subsidio de dos millones de pesos. ¿No compromete ese regalo su imparcialidad al momento de juzgar un caso que involucre al gobierno o a los funcionarios que lo hicieron posible?
No creo que a ninguno de esos jueces le convenga figurar como beneficiarios de unos apartamentos distribuidos con criterios tan cuestionables, a tal punto que hubiera constituido un escándalo de mayúsculas proporciones en cualquier país que no sea la República Dominicana, donde una clase política corrupta e inescrupulosa ha tomado por asalto el Estado y sus instituciones.