¿Y la presunción de inocencia?-.No hay dudas de que la sociedad dominicana agradece en todo lo que vale el esfuerzo de quienes dirigen hoy la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) para protegerla de los insidiosos embates del narcotráfico, pero también debe ser capaz de llamar su atención cuando entiende que por un exceso de celo en su trabajo se violentan procedimientos claramente delimitados por la ley y el respeto a los más elementales derechos ciudadanos.
Es lo que ha ocurrido con los haitianos Eddy Rony Jean Baptiste y Claude Jean Mary, detenidos por agentes del organismo antinarcóticos cuando se encontraban estacionados en su yipeta en una calle de Capotillo, y posteriormente presentados a la prensa, con fotografías incluídas, como dos conocidos narcotraficantes responsables de abastecer los puntos de drogas y redes de microtráfico que operan en ese barrio. Sin embargo, ambos fueron dejados en libertad por el juez de la Atención Permanente del Distrito Nacional, Jonathan Baro Gutiérrez, por falta de pruebas. ¿En qué se basó entonces la DNCD para concluir que eran miembros de una banda de narcotraficantes? ¿Dónde están las drogas que justifican su condición de distribuidores y que así fueran presentados, sin mayores miramientos, a los medios de comunicación?
Es evidente que, en el caso de esos ciudadanos haitianos, se incurrió en un exceso y un abuso de poder, pero también funcionó el prejuicio antihaitiano que tantos dominicanos llevamos dentro, pues a pesar de que al momento de su arresto mostraron sus carnés de estudiantes así como de residencia legal en el país se les trató como ilegales. Se aplaude y reconoce, reitero, la eficiencia mostrada por la DNCD en la persecución y represión del narcotráfico y los narcotraficantes, pero esa eficiencia no tiene porqué estar divorciada del respeto a la ley, y mucho menos de un principio que se considera consustancial a un verdadero estado de derecho: la presunción de inocencia.