Qué se dice

Qué se dice

Dicen por ahí que nunca es tarde si la dicha es buena, una sabia expresión popular que tantos de nosotros, alguna vez en nuestras vidas, hemos tenido la oportunidad de comprobar, pero que en política, el llamado arte de lo imposible, no siempre tiene un final feliz. Eso no quiere decir, de ninguna manera, que resulte inviable el reagrupamiento de fuerzas que, para combatir la repostulación del presidente Mejía, propone el licenciado Hatuey Decamps, esperanzado en que todavía quede tiempo para vertebrar un frente unitario, compacto, que sea capaz de aislar -como se hace cuando los brotes infecciosos amenazan convertirse en peligrosa epidemia- el letal virus de la reelección y, por supuesto, también a sus portadores. Por eso habrá quien interprete la exclusión de su propia candidatura, para que sea Fello Suberví o Milagros Ortiz Bosch quien encabece ese frente unitario, como una prueba inequívoca de su voluntad de allanar ese camino, de hacer posible lo que conviene a todos. Pero también de su bien afinado instinto político, presto siempre al gesto oportuno en el momento preciso.

[b]Fuego cruzado[/b]

No es la primera vez que ocurre, por desgracia, pero por el camino que vamos tal parece que tampoco será la última. Por lo menos mientras nuestras calles sigan siendo un peligroso campo de batalla en el que se enfrentan, a tiro limpio, una Policía Nacional demasiado proclive a tirar del gatillo para combatir los desmanes de una delincuencia cada vez más feroz y desalmada, sin reparar -ni unos ni otros- en las trágicas consecuencias de enfrascarse en una balacera prácticamente «arriba de la gente». Esta vez la víctima fortuita ha sido un joven estudiante, de 21 años, quien cayó abatido tras ser atrapado en medio del fuego cruzado de una patrulla policial y los supuestos delincuentes a los que perseguía, en los alrededores de la universidad del Caribe. Nadie espera que la institución del orden responda con flores si resulta agredida a balazos, o que se deje intimidar por una delincuencia, hay que reconocerlo, muy bien armada. Pero espanta confirmar, con estas trágicas ocurrencias, lo devaluada que está la vida humana en estos confusos tiempos que vivimos.

[b]Doble o nada[/b]

Ahora dice la gente de EGE-Haina, una de las empresas generadoras más importantes del sistema eléctrico nacional, que la única forma de acabar con la interminable pesadilla de los apagones, que mantiene a todo un país al borde del ataque de nervios, es elevar la tarifa -de los que pagan, por supuesto- a por lo menos el doble de los niveles actuales, de por sí incosteables para una franja importante de la población. No hace falta ser un experto en esas eléctricas materias para saber que este país no aguanta un aumento en esas proporciones, aunque digan lo contrario los calificados técnicos de la empresa extranjera, el Fondo Monetario Internacional, o nuestros generosos amigos del Banco Mundial. Y será así por mucho, mucho tiempo, por lo menos mientras sigamos siendo un país pobre, sin petróleo ni dólares conqué comprarlo, y el gobierno prefiera apostar a la demagogia barata antes que obligar a todo el mundo, ricos y pobres, a pagar la energía que consumen.

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