Qué se dice

Qué se dice

Después hablamos.-  En momentos en que se amplifica el reclamo de que el gobierno cumpla la ley que asigna el 4% del Producto Interno Bruto  a la educación, al que ayer se sumaron los colegios privados y sus miles de alumnos, el Presidente Conceptualizador recurre a uno de sus trucos favoritos, en un esfuerzo por restarle fuerza a un clamor que ha devenido en  fuente de permanente presión para el gobierno, al menos a nivel de opinión pública: tratar de convertir una exigencia puntual y concreta  en una discusión filosófica o de carácter teórico, en uno de esos tantos debates o discusiones que no conducen a ninguna parte ni resuelven ningún problema.

¡Por supuesto que los problemas de la educación dominicana, producto de la desidia de gobiernos que van y vienen sin ponerle la debida atención, son tantos que no basta solo el dinero para resolverlos! Pero también es verdad que en el sistema educativo dominicano abundan las escuelas que no merecen  ese nombre  pues carecen  de baños y hasta de un servicio  tan elemental como el agua potable, y eso sí se resuelve con dinero. ¿Que nadie sabe cuál es la filosofía de la educación dominicana? Cierto es, pero esa es una cuestión  irrelevante mientras los maestros exhiban tantas deficiencias en su formación, constituyéndose en uno de los principales obstáculos para alcanzar la  educación de  calidad a la que todos aspiramos, y eso solo se resuelve con dinero, no con palabras que se las lleva siempre el viento.

Desde luego, todo el que quiera sentarse a darle gusto a la lengua debatiendo y  discutiendo lo que ya está suficientemente debatido y discutido  está en todo su derecho de hacerlo, sobre todo si la picadera es buena y el hotel cinco estrellas, pero quien les escribe prefiere no morder el anzuelo que procura desviar nuestra atención de lo que verdaderamente importa y resumir su posición de esta manera: Señor Presidente, cumpla con la ley que asigna  el 4% del PIB a la educación y después hablamos.

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