Qué se dice

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Tregua navideña.- En un país amante de la chercha, donde se instala un romódromo en cualquier esquina y por cualquier motivo, de seguro va a caer muy mal la decisión del ministerio de Interior y Policía de no flexibilizar durante las fiestas  navideñas las restricciones a la venta de bebidas alcohólicas que convirtió en una tradición su anterior incumbente, el doctor Franklyn Almeyda Rancier. “No es posible que un joven salga pasada la medianoche a bailar a un lugar. ¿Cómo quedan los padres en la casa con la preocupación de que su hijo salió a divertirse?”

Es difícil no considerar válidas, vistas las cosas desde ese punto de vista, las razones y preocupaciones de José Ramón Fadul para mantener esas restricciones en una época tan propicia para los excesos, a lo que habría que añadir el clima de inseguridad en el que mal vivimos  desde que los delincuentes se adueñaron de las calles. Pero el problema va más allá de las sanas y buenas intenciones del señor ministro, quien fue particularmente enfático al señalar que las autoridades no tienen intenciones  de flexibilizar su decisión, pues importantes segmentos de la población, sobre todo los jóvenes que son la mayoría, no la verá con buenos ojos y hasta es probable que  la rechace como un atentado a su  derecho a divertirse y disfrutar de las fiestas  cuando así lo manda la “tradición”. Y como en tiempos de campaña electoral toda acción de gobierno  adquiere connotaciones políticas, no hace falta decir a quién beneficia una medida  tan  impopular. No sé qué tan inflexibles están dispuestas a ser las autoridades en este caso, ni si le importan  las consecuencias, pero ni siquiera un hombre con fama de psicorrígido  como el doctor Almeyda Rancier se atrevió a contrariar el espíritu cherchoso que se apodera de los dominicanos en tiempos “pascueros”.

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