Qué se dice

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Jornaleros
La Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) informó ayer del apresamiento de dos jornaleros, de 43 y 26 años respectivamente, a los que acusa de poseer varias porciones de crack y marihuana, que les ocupó durante un operativo realizado en El Ranchito, un campito a no más de veinte kilómetros de La Vega. Según la DCND los jornaleros «atendían» un punto de droga cuando llegaron sus agentes, que lograron apresarlos a pesar de que intentaron deshacerse de la evidencia tan pronto se dieron cuenta del operativo.

Se trata, evidentemente, de una acción rutinaria del organismo antinarcóticos, de hecho poco relevante si nos atenemos a la cantidad de droga incautada, pero que traemos a colación porque a pesar de lo rutinario e irrelevante que es sirve para mostrarnos hasta dónde ha llegado el infame negocio de las drogas y a quiénes recluta para su operación, para que se sepa que no solo al motoconcho se dedica la «mano de obra» dominicana que tanta falta está haciendo en nuestros campos.

¿Serán o no serán?

A propósito de la DNCD los periódicos siguen reportando, con más frecuencia de la que fuera deseable, la ocurrencia de hechos delictivos perpetrados por hombres vestidos como lo hacen los miembros de ese organismo, el último de ellos el secuestro de un comerciante de San Francisco de Macorís al que varios «agentes» muy bien armados despojaron de una camioneta, una pistola, un celular y 130 mil pesos en efectivo que acababa de retirar de una sucursal bancaria. La utilización de ropa militar y policial, no solo de la DNCD, es uno de los trucos favoritos de nuestra delincuencia para cometer sus fechorías, pues les proporciona una excelente cobertura además de que abre todas las puertas por tratarse de la «autoridad». Hace un buen tiempo nuestros organismos de seguridad tomaron una seria de medidas, incluida la incautación en varias tiendas de ropa militar o que se le parecía demasiado, para evitar precisamente que se utilizara para la comisión de delitos, pero tal parece que el asunto no es tan fácil de controlar. Mientras tanto abra bien los ojos y ruéguele a la virgencita de La Altagracia que la próxima patrulla del Ejército, la Policía o la DNCD que lo manden a parar sean realmente lo que aparentan ser, pues de no ser así lo va a descubrir, para su desgracia, demasiado tarde.

Alto voltaje

«Seis personas mueren electrocutadas en San Cristóbal en los últimos días», dice el titular. Pero no se crean, ni por un momento, que alguien en la cuna del Perínclito resucitó la silla eléctrica que tantos estragos causó en La Cuarenta justo cuando la Era más dolía, sino de algo mucho más mortífero y peligroso: los altos voltajes producto de la inestabilidad en el servicio, principalmente en las comunidades de Los Yagrumos y Rancho Arriba. Comprensiblemente alarmados familiares de las víctimas y líderes comunitarios visitaron en San Cristóbal las oficinas de la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales, viuda CDE, para reclamar que se corrija el problema o de lo contrario se tirarán a la calle a protestar, una reacción que dadas las circunstancias, y más que nada la cantidad de víctimas de esos altos voltajes, podría calificarse hasta de moderada.

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