Las veleidades del Tío Sam.- Mientras gastamos tiempo y energías discutiendo sobre la posibilidad de que las autoridades de Puerto Rico soliciten la extradición de Eddy Brito, a quien acusan de ser uno de los cabecillas de la organización criminal que dirigía José David Figueroa Agosto, y hasta se especula con el hecho de que otros implicados en el caso, incluídos los hasta ahora intocados pejes gordos, podrían correr la misma suerte, la embajada de Estados Unidos en República Dominicana anuncia el retiro de 14 solicitudes de extradición contra igual número de ciudadanos dominicanos a los que requería por su presunta participación en actividades de narcotráfico, pero no ofrece ninguna explicación de sus motivos o razones.
Tal vez el doctor Marino Vinicio Castillo, asesor del Poder Ejecutivo en materia de narcotráfico y uno de los dominicanos más familiarizados con las ambiguas y esquizoides políticas del Tío Sam, tenga alguna explicación razonable a este comportamiento, que otros no dudarán en atribuir a la arrogancia típica del Imperio, pues en la tierra de Guacanagarix somos demasiado dependientes de las pautas y directrices que en esas materias nos trazan desde el Norte, y por eso con demasiada frecuencia también nos dejan con la cara larga y el ánimo en el suelo.
Con la extradición de Quirino Ernesto Paulino Castillo, que nos hizo creer a muchos que se pondrían en evidencia las complicidades conque contó en las altas esferas del poder civil y militar (nunca olvidemos que su helicóptero dormía al lado del utilizado por el Presidente de la República en las instalaciones de la Fuerza Aérea Dominicana), se debió aprender la lección, pero está claro que ni siquiera los tropezones enseñan al zoquete de Guacanagarix a levantar los pies.