Sabia decisión.- Así pueden calificarse las declaraciones del Fiscal del Distrito Nacional, Alejandro Moscoso Segarra, en las que afirma que no volverá a hablar con los medios sobre Sobeida Feliz Morel, su misteriosa fuga o el paradero de su compañero sentimental, el narcotraficante prófugo José Figuereo Agosto, hasta tanto no se aprese a la fugitiva o concluyan las investigaciones.
Una de las cosas que más ha contribuido a proyectar la imagen de un gobierno errático en el manejo de este peliagudo caso ha sido lo mucho que han hablado los funcionarios –civiles y militares– involucrados, sea exponiendo públicamente estrategias y acciones a seguir, opinando sobre asuntos bajo su investigacion o dando la sensación, cuando las cosas no resultan como se anunciaron, de que están dando palos de ciego o que no saben lo que tienen entre manos, pues el afán de estar delante de las cámaras o en las primeras planas de los periódicos los obnubila, haciéndoles olvidar el abecé de su oficio.
Uno de esos funcionarios prometió, en los primeros capítulos de este culebrón, que removería cielo y tierra, si fuere necesario, para encontrar y apresar a Sobeida (¿se han dado cuenta de que las autoridades están resignadas ya a no encontrar a Figuereo Agosto? ¿Cuánto tardará en pasar lo mismo con su amante?), pero no fue hasta que el presidente Fernández los juntó en Palacio cuando se pusieron a trabajar de manera coordinada, en una sola dirección y con un mismo propósito: su captura. ¿Y si después de remover cielo y tierra sigue sin dar señales de vida? ¿Y si después de ofrecer un millón de pesos a quien ofrezca información que conduzca a su apresamiento no aparece quien quiera ganarse esos chelitos? ¿Dónde van a meter la cara? ¿Tendremos entonces que tragarnos la burla que ha supuesto su fuga?