Qué se dice

Qué se dice

Lo que más inquieta, en medio de la densa polvareda que ha levantado en la opinión pública la bendita Ley de Lemas, es que ninguno de los que se han lanzado al ruedo a defender su viabilidad, incluyendo aquellos que se han despachado con largos y sesudos artículos en los periódicos, se muestra interesado en tomar en cuenta el punto de vista de la Junta Central Electoral, la institución responsable de organizar las elecciones, cuyos jueces ya han dicho que cambiar las reglas del juego, faltando apenas cuatro meses para el torneo electoral, traerá serias perturbaciones a ese proceso, el más importante en cualquier democracia que se respete. Ciegos y sordos a los que no sean sus propios y mezquinos intereses, parecen haber desertado del sentido común que debería obligarles, por lo menos, a no perder de vista lo elemental. A menos que lo que se pretenda sea caotizar de tal modo las próximas elecciones, que terminen convertidas en una parodia en la que nadie querrá creer. Después de ahí, no nos engañemos, es fácil imaginarse lo que puede suceder.

[b]Rutinas gubernamentales[/b]

Normal y rutinario son, prácticamente, sinónimos, y por eso pueden usarse, en ciertos casos, de forma indistinta. Por ejemplo cuando el presidente Mejía califica de rutinarios los recurrentes atrasos en la entrega del subsidio a los hospitales públicos, que mantiene a esos centros asistenciales en un estado de lastimosa indigencia, o cuando la tesorera nacional, doña Pastora Méndez, considera como algo normal el atraso en el pago de la nómina pública, que al día de hoy ha impedido que miles de empleados públicos, entre ellos los maestros, puedan cobrar sus salarios del mes de diciembre. Tanto el Presidente como la Tesorera Nacional están hablando de lo mismo, de un estilo de administración que evidentemente no tiene entre sus prioridades el pago oportuno a sus servidores, ni tampoco que los hospitales cuenten con lo indispensable para atender a los infelices que acuden a esos centros a mendigar, literalmente, un poco de alivio a sus dolencias.

[b]Juguetes y algo mas[/b]

Si algo prueban los repartos de juguetes que hacen, para estas fechas, nuestros políticos -desde el ex presidente hasta la modesta regidora del partido oficial- es que el doctor Joaquín Balaguer tenía razón al tener en tan alta estima el valor redituable de esas formas de caridad ejercidas desde el Gobierno, que los teóricos de las ciencias políticas han bautizado como clientelismo. El problema es que esos repartos constituyen, igualmente, un penoso y humillante espectáculo, pues quienes aspiran a beneficiarse de esas dádivas deben permanecer largas horas de pie, haciendo una fila que en muchas ocasiones empezó a formarse la noche anterior. La distribución de juguetes realizada por el ex presidente Leonel Fernández no fue, lamentablemente, la excepción, a pesar de que sus organizadores utilizaron enfermeras y paramédicos para evitar que los niños y las niñas sufrieran algún percance durante la larga espera. Algo que no parecía importar, sin embargo, al general retirado de la Policía a quien se le pidió que permitiera que algunas niñas salieran de la fila para hacer pipí, a lo que el oficial respondió -palabras mas palabras menos- con esta inolvidable frase: «que se meen en los pantalones, así es que se hace en la guardia. ¿Quién los mandó a estar aquí?»

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