Qué se dice

Qué se dice

Alfredo Pacheco, presidente de la Cámara de Diputados, acaba de confesar que quiere reelegirse, pues al fin se dio cuenta de que un año resulta muy poco tiempo para lograr «determinados objetivos». Y aunque Pacheco no aclara a qué objetivos se refiere, no hay porqué regatearle razones para querer seguir un año mas en el «carguito» que tanto enamoró a doña Lila Alburquerque, quien -imaginamos nosotros- no querrá parecerse mucho el astuto legislador de Villa Juana. El problema puede presentarse cuando, llegado el final de ese nuevo período al que aspira, Pacheco se sorprenda de lo rápido que pasó el tiempo, y del montón de objetivos que se quedaron en agenda pendientes de realización. Será, primero, como una pequeña comezón en la conciencia, que será fácil acallar con tan solo recordar lo que pasó el día de su elección (todavía pasan el video de Pacheco, visiblemente asustado, guareciéndose de la balacera), para convertirse luego, con ayuda de los corifeos de ocasión, en razón de Estado o necesidad nacional. Así de fácil es contagiarse, por estas tierras, del peligroso virus de la reelección.

[b]Lo mismo del año pasado[/b]

Cuentan que los colegios privados, ni cortos ni perezosos, empezaron ya a reunirse para definir las tarifas que regirán para el año escolar 2004, que en algunos casos registran incrementos de hasta 25 mil pesos, mientras la secretaría de Educación advierte que velará porque los precios que se apliquen sean justos y acordes a la categoría que se les ha asignado a esos centros, el porcentaje de inflación y las inversiones que hayan hecho para mejorar sus infraestructuras. Mas o menos lo mismo del año pasado, solo que en esta ocasión ya existe la categorización, aunque solo sea como una referencia a ser ignorada olímpicamente por los propietarios de esos colegios, mucho mas después de que el Consejo Nacional de Educación ordenara su retiro del Internet dizque para someterla a una revisión. Así que no se extrañe si este año, al igual que los anteriores, se producen aumentos desproporcionados o francamente abusivos en las tarifas de algunos colegios privados, sin que autoridad alguna pueda hacer nada por impedirlo.

[b]Una propuesta[/b]

Un recorrido realizado por reporteros de este diario por la Plaza de la Bandera, el monumento consagrado a honrar la insignia patria, no arrojó demasiadas sorpresas: aunque el entorno luce, en sentido general, bastante aseado, sus estructuras sufren el progresivo deterioro al que la someten las inclemencias del tiempo, pero más que nada la falta de mantenimiento adecuado y vigilancia, pues parte de ese deterioro hay que atribuírselo al saqueo impune y sistemático de unos cuantos desaprensivos. Por eso nos atrevemos a proponer a las Fuerzas Armadas, responsables de su cuidado, que lo traspase al ayuntamiento del Distrito Nacional, institución que cuenta con la experiencia, los equipos y la vocación para ofrecerle el tratamiento que ese monumento merece.

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