Complicidad.- La noticia –decenas de haitianos detenidos por quemar árboles en Los Haitises– ocupó ayer las primeras planas de los periódicos, y no era para menos. Se trata de uno de nuestros más importantes parques nacionales, y de una práctica –la destrucción del bosque para dar paso a los famosos conucos– que ya causó daños severos a esa área protegida, razón por la cual fue sometida a un proceso de recuperación que dura ya varios años, y es además la principal responsable de que el país vecino sea hoy un virtual desierto. La noticia, a pesar de que refleja el buen trabajo que realiza el Servicio Nacional de Protección Ambiental, contiene un elemento preocupante: a pesar de que esos haitianos fueron llevados allí por dominicanos que también hicieron posible su ingreso ilegal al país, nada se dice sobre su apresamiento o si se les perseguirá por el delito cometido. Es esa complicidad la que hay que perseguir con mayor rigor, pues si los haitianos son hoy una seria amenaza a nuestros recursos naturales o al empleo es por culpa, precisamente, de la codicia de muchos de nuestros compatriotas.
De política-. Aunque el secretario de Salud Pública, el doctor Bautista Rojas Gómez, dice no creer en las denuncias que dan cuenta del deterioro, tanto de su planta física como de sus condiciones de higiene, del hospital José María Cabral y Báez de Santiago debido a que las considera producto de la política, personal de ese centro asistencial realizó el fin de semana una jornada de limpieza y fumigación, que incluyó las áreas de Emergencia, Neonatal y Ortopedia, donde la pasada semana fue hallado un colchón lleno de gusanos. También fueron reparados los ascensores, por lo que ya no habrá que subir cargados a los enfermos. ¿Cómo pudo un hospital tan importante deteriorarse de esa manera? Eso le toca averiguarlo al secretario de Salud Pública, pero desde ya se puede adelantar, con perdón del funcionario, que la política tenga algo que ver.