Guerra perdida.- Hace tiempo que me convencí de que las autoridades dieron por perdida la guerra contra la venta de medicinas falsificadas, y la mejor demostración es que se siguen vendiendo como si tal cosa. Pero de vez en cuando el tema vuelve al debate público, así sea de manera tangencial, y los funcionarios (los de antes y los de ahora) se sienten obligados a reaccionar y, sobre todo, a declarar lo que se espera que declaren; que perseguirán a los responsables de esa práctica criminal, que le aplicarán todo el peso de la ley, etcétera, etcétera. El doctor Freddy Hidalgo, por supuesto, no ha sido la excepción, pues al responder cuestionamientos de los periodistas en torno a la denuncia de la Asociación de Representantes, Agentes y Productores Farmacéuticos (ARAPF) de que el principal problema que enfrenta el sector farmacéutico y los consumidores es la venta de medicamentos falsificados y contrabandeados, dio seguridades de que se actuará con mano dura. ¿Nada original verdad? Por eso hago constar aquí, para los que llevan anotaciones, que por enésima ocasión ARAPF ha vuelto a quejarse de los graves perjuicios que representa para ese sector la venta de medicamentos falsificados, que las autoridades han dado la respuesta acostumbrada, y que precisamente por eso las cosas seguirán tal y como están.
Miedos y manías- No me sorprende que el Ministro de Interior y Policía, que ve conspiraciones hasta en la sopa, diga que no descarta que los asesinatos de guardias y policías sean parte de una trama para hacer fracasar el Plan de Seguridad Ciudadana puesto en marcha por el Gobierno. Pero allá cada quien con sus miedos y manías. Lo que sí puedo asegurarle a José Ramón Fadul, o a cualquier otro que comparta sus sospechas, es que si guardias y policías salieran a patrullar armados de palos de escoba no serían víctimas de esos alevosos y traicioneros ataques.