Qué se dice

Qué se dice

Lo menos que podía esperarse de la comisión organizadora de la convención perredeísta del próximo domingo, en este delicado momento, es que se declarara en «sesión permanente», para que pueda concentrar todos sus esfuerzos y energías a buscarle el bajadero a la crisis provocada por el retiro de los precandidatos Milagros Ortiz Bosch, Fello Suberví Bonilla y Enmanuel Esquea Guerrero, alegando la exclusión del padrón electoral de 475 mil votantes y la inclusión, a su vez, de más de 300 mil militantes reformistas y peledeístas, así como militares y policías. Nacida con la ojeriza de quienes ponían en dudas la imparcialidad de algunos de sus miembros, la comisión -que preside doña Peggy Cabral- ha tenido que emplearse a fondo para convencer a las partes envueltas de la neutralidad de sus diligencias. Precisamente por eso sorprendió tanto la noticia, publicada por El Nacional, de que esa comisión había decidido seguir adelante con la convención, la peor decisión que pudiera tomarse en las presentes circunstancias, pues celebrar ese certamen con tan solo un candidato, aunque se llame Hipólito Mejía (alias El Guapo de Gurabo), sería el mejor aporte de sus integrantes al descalabro total y definitivo del PRD.[tend]

[b]Oídos sordos[/b]

Mientras el Gobierno se da el lujo -según las denuncias de su propia gente- de comprar voluntades, regalar patanas repletas de zinc y madera y repartir, a manos llenas, las generosas dádivas que prodiga el Poder para hacer posible la repostulación del presidente Mejía, en la Unidad de Quemados Pearl F. Ort, justo al lado del hospital Luis E. Aybar, los pacientes se están muriendo porque se carece de lo más elemental para atenderles, empezando por las medicinas y los alimentos, y todo porque no se recibe a tiempo el subsidio oficial. Los médicos, desesperados, han responsabilizado a las autoridades del agravamiento de la salud de los pacientes internos, y hasta de su eventual fallecimiento a causa de las terribles precariedades en que se desenvuelven. Pero a decir verdad no hay muchas esperanzas de que el Gobierno atienda sus ruegos, pues en estos momentos solo parece tener oídos para los cantos de sirena que entonan, con seductora perfidia, los interesados coros reeleccionistas.

[b]Falsa escasez[/b]

Todo hace pensar que las extensas y fastidiosas colas que se forman en las envasadoras de gas propano se convertirán en parte del paisaje citadino, en otra patente muestra de la crisis que nos acosa por los cuatro puntos cardinales. El presidente de la Refinería Dominicana de Petróleo, Amaury Justo Duarte, dice no entender porqué no se ha regularizado el suministro del carburante, si entre el primero y el catorce de diciembre ha despachado alrededor de 6 millones de galones, suficientes -a su juicio- para devolver la normalidad al mercado. Lo que se dice por lo bajo, ante un misterio que carece de explicación, es que se está acaparando el combustible a la espera de la eliminación definitiva del subsidio, una decisión que tendrá que tomar el Gobierno, a más tardar, en el próximo mes de enero. Conociéndonos como nos conocemos, nadie duda que eso sea posible. Ni tampoco, porque así nos lo ha enseñado la experiencia, que sean los vivos de siempre quienes se sirvan con la cuchara grande gracias a esa falsa escasez, y que sea el pobre y sufrido pueblo -también como siempre- quien pague tan alto precio por los platos que rompieron otros.

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