Qué se dice

Qué se dice

Nunca ha tenido tanta razón el doctor Jorge Subero Isa, presidente de la Suprema Corte de Justicia, como cuando afirma que los agentes de la Autoridad Metropolitana de Transporte no están facultados para incautar ni placas ni licencias a los automovilistas infractores, pues esa es una decisión que corresponde tomarla a un juez.[tend Pero ocurre, para nuestra desgracia, que en AMET esas consideraciones de carácter legal se escuchan como quien oye llover, pues los agentes de AMET solo tienen oídos para las «órdenes superiores» que reciben del mayor general Pedro de Jesús Candelier, que ya se sabe funciona con su propio y particular librito. Por eso puede usted apostar a que seguirán, como si tal cosa, esas ilegales incautaciones, una verdadera afrenta al estado de derecho en el que aspiramos vivir algún día, tal vez cuando nuestra democracia sea capaz de poner a los guardias en el lugar que les corresponde, sin que tengamos que sentirnos amenazados o en riesgo de sufrir traumáticas fracturas institucionales.

[b]Un acto de justicia[/b]

No hace falta hablar chino, ni tampoco entenderlo, para reconocer que se trata de una terrible injusticia. Cheng Ngow Chai y Ng Choon Seng, acusados junto al diputado Radhamés Ramos García de intentar introducir ilegalmente al país a un grupo de ciudadanos chinos a través de la frontera con Haití, llevan más de un año presos, mientras a quien se señala como el principal responsable de ese hecho anda suelto por esas calles de Dios, difrutando de la protectora inmunidad que le cobija en su condición de legislador. Ayer, durante la audiencia celebrada en la Suprema Corte de Justicia, Ngow Chai y Choon Seng le pidieron al tribunal, a través de sus abogados, que les conceda la libertad bajo fianza hasta tanto concluya el proceso. Y como se supone que la recta vara de la ley nos mide a todos igual, seamos pobres o ricos, blancos o negros, lo lógico es que a esa gente, que ha pasado las de Caín por estas caribeñas tierras, se les conceda la ansiada libertad, en un acto de suprema justicia que tendrían que aplaudir hasta en la lejana China.

[b]Limosnas[/b]

Es una verdadera lástima que el Gobierno decidiera devolver, por considerarlo una «limosna», los 74 millones de pesos que aportaron los empresarios como contribución a la crisis, en un gesto que muchos ya califican como la ruptura definitiva con un sector con el que el Gobierno no ha sabido entenderse muy bien que digamos. Pero esa es una decisión que, por sus repercusiones, habrá que analizar en otro momento y circunstancia, pues lo que importa ahora, lo que nos tiene a todos desconcertados, es saber porqué el Gobierno, que no anda sobrado de recursos, se da el lujo de rechazar, precisamente, lo que más está necesitando. Esa «limosna» que se ordenó regresar a los empresarios hubiera caído muy bien para aliviar las penurias de nuestros hospitales públicos, que se están cayendo a pedazos, o para cumplir con el subdisio al gas propano, lo que nos ahorraría el triste espectáculo de las humillantes colas que tienen que hacer, a veces desde tempranas horas de la madrugada, miles de humildes amas de casa para poder conseguir un poco de combustible conqué cocinar sus alimentos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas