El juego habló.- Como este es un país en el que el béisbol es una pasión que llevamos en la sangre, confío en que la mayoría de mis lectores estará más o menos familiarizado con la expresión que sirve de título a esta columna.
Y es que me parece la forma más adecuada de describir lo ocurrido el pasado martes, cuando el país se enteró, apenas un par de horas antes del discurso del expresidente Leonel Fernández para explicarle al país las causas del déficit fiscal, de que el Procurador General de la República decidió desestimar la querella de Guillermo Moreno contra el exmandatario, pero también de la reapertura del expediente contra el senador por la provincia La Altagracia Amable Aristy Castro, acusado de la comisión de una serie de irregularidades cuando se desempeñó como secretario general de la Liga Municipal Dominicana del 2006 al 2009. ¿Cómo ignorar el mensaje implícito en esa coincidencia? Resulta terriblemente doloroso, y sobre todo frustratorio, comprobar que una vez más la lucha contra la corrupción se convierte en un circo grotesco y de mal gusto.
Paleros.- ¿Quién pago para que un grupo de tígueres armados de palos y piedras agrediera a los jóvenes que protestaban la noche del martes pasado en las inmediaciones de la Fundación Global Democracia y Desarrollo? ¿Por qué permitió la Policía que esa agresión se produjera delante de sus propias narices sin hacer nada para impedirlo? Mucho había tardado la intolerancia, vestida con su peor traje, en hacer su aparición para tratar de impedir que los ciudadanos ejerzan su constitucional derecho a la protesta pacífica y ordenada, recordándonos de paso que la caverna política no cambia sus viejos métodos. Por eso vuelvo a formular la pregunta, aunque soy consciente de que a la Policía no le interesa que conozcamos la respuesta y que el Ministerio Público ya enseñó su refajo morado ¿Quién pagó a los paleros de nuevo cuño que agredieron a esos jóvenes?