Qué se dice

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Un gran negocio
Para hacerse una idea de la magnitud, en dinero contante y sonante, del gran negocio detrás del robo de los cables del tendido eléctrico o del servicio telefónico, basta tan solo con echar un vistazo a la cantidad que aseguran haber invertido, en el primer semestre de este año, las empresas telefónicas Tricom y Verizon en la reposición de los cables sustraídos por los ladrones: 90 millones de pesos. La Policía Nacional, que acaba de apresar a un grupo de individuos al que sorprendió cortando los cables telefónicos en un residencial capitalino, tiene por delante la enorme responsabilidad de atajar cuanto antes una forma de vandalismo que se ha convertido en un grave problema de orden público, como lo prueba el hecho de que en Monte Plata lleven tres días sin el servicio de agua potable debido a que alguien se robó los 500 pies del alambre de cobre que suplía de energía a la planta eléctrica usada para el bombeo.

Vendedores de ilusiones
Los directivos de la Fundación Luz Riggio, la institución que aspira a transformar a papeletazo limpio la vida de los municipios de la sierra, en la provincia de Santiago de los Caballeros, quieren dejar bien claro, para evitar infundados temores, que ninguno de los ayuntamientos beneficiarios de esos recursos, más de 500 millones de dólares, comprometerá su patrimonio por el hecho de recibir esa generosa donación, que si se materializa llenará el paisaje serrano de escuelas, hospitales, caminos, carreteras, plantas de producción de energía y cientos de viviendas. El único inconveniente que le ven al asunto esos modernos vendedores de ilusiones es que en el Banco Central se han negado a validar esa donación, con el argumento de que si no se cumple con el repago de los bonos la deuda quedaría bajo la responsabilidad del Estado dominicano. ¡Qué desconfiados!

La rabieta de ANADEGAS
Se supone que el ingeniero Juan Ignacio Espaillat, presidente de la Asociación Nacional de Distribuidores de Gasolina (ANADEGAS), sabe lo que está haciendo cuando anuncia que sus miembros se abstendrán de vender combustibles cuando no haya energía eléctrica, debido a los enormes gastos en que incurren -se habla de un promedio de 54 mil pesos mensuales- por concepto de combustibles para mantener encendidas sus plantas de emergencia. Porque si bien es cierto que un gasto de esas dimensiones no hay negocio, que aspire a ser rentable, que lo resista, también lo es que la duración de los apagones se extiende hasta por doce horas en muchas zonas del país, como parte de una crisis energética sin solución a la vista. ¿Soportarán esas estaciones una merma tan sensible en sus volúmenes de ventas? Ojalá que la gente de ANADEGAS haya sacado bien las cuentas, no resulte y vaya a ser, como suele suceder cuando se toman decisiones al calor de las emociones, que salga más cara la sal que el chivo.

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