El último cuplé.- La altisonante garata que protagonizan el PRD y el PLD, con la mediación de monseñor Agripino Núñez Collado, alrededor del cuestionado director del Centro de Cómputos de la Junta Central Electoral ha impedido que la opinión pública le preste la atención que merece a la situación del PRSC, sumido en un limbo político y al borde de una nueva crisis divisionista debido a que sus fuerzas internas han asumido posiciones irreconciliables de cara al proceso electoral que el año próximo elegirá al Presidente de la República.
Mientras la gente de Carlos Norales Troncoso mantiene en los periódicos una machacona campañita en la que supuestos dirigentes reformistas de todo el país piden que se le otorguen plenos poderes para decidir el rumbo de la organización, que presumiblemente sería acudir aliada al oficialista PLD desde la primera vuelta, los partidarios de que el PRSC trille camino propio y lleve sus propios candidados mantienen su activismo, convencidos de que en el actual escenario, con los principales candidatos virtualmente empatados pero sin que ninguno alcance el 50 por ciento mas uno necesario para ganar en primera vuelta, los reformistas tienen la llave de la victoria de cualquiera de los dos en una eventual segunda vuelta.
Claro está, para que eso llegue a ocurrir tiene el PRSC y su dirigencia que aglutinarse sólidamente alrededor de un candidato presidencial que, dicho sea a propósito, todavía no ha sido escogido ni parece haber, en el horizonte inmediato, posibilidades de que esa escogencia se produzca sin traumas ni nuevas fracturas, y sobre todo que los dirigentes de la organización que tienen cargos en el gobierno se sacrifiquen por el futuro de su partido y los abandonen. Un panorama nada halagador para una organización política que, a no dudarlo, vivió ya sus mejores momentos, y que por demás podría estar participando, si así lo decide su dividida dirigencia, en su último proceso electoral.