Volvió a ocurrir.- Hacía tiempo que no ocurría una tragedia, de esas que desgarran el alma nacional, pues lo cierto es que las dificultades económicas que golpean a Puerto Rico le han quitado atractivo a los viajes ilegales hacia la vecina isla. Menos para los desesperados.
Ayer, debido al mal tiempo, las autoridades mantenían suspendida la búsqueda de alrededor de 30 personas que se encuentran desaparecidas tras naufragar la embarcación en que viajaban en las embravecidas aguas del Atlántico, a la altura de Nagua, de donde ya fueron rescatados los cadáveres de un locutor de 37 años, un maestro constructor de 42 y un joven de 27 años de oficio desconocido, pero que de seguro creyó encontrar al otro lado del horizonte un mundo de mayores oportunidades y solo halló, al igual que sus compañeros de infortunio, una muerte temprana y absurda.
Gobiernos van y gobiernos vienen y la trágica historia se repite fatalmente con muy pocos cambios en el guión, a no ser por el número de muertos que de cuando en cuando se ofrendan al abismo insondable del mar, pues a pesar de los altisonantes discursos sobre progreso y desarrollo con los que nos emboban nuestros políticos esta sigue siendo una tierra inhóspita para tantos y tantos compatriotas víctimas de la exclusión y la inequidad que concentra tanta riqueza en tan pocas manos.