Cumplir la ley- Cierto es, como se han ocupado de estrujarnos en la cara  sociólogos y politólogos,  que aquí existe una cultura del incumplimiento de la ley, pero también lo es que esa cultura, tan arraigada entre nosotros, ha sido en gran parte alimentada por los gobiernos, demasiado proclives a poner el mal ejemplo a sus gobernados.

Tome usted el caso del famoso Pueblo de los Pescadores de Las Terrenas, en Samaná, al que un fuego consumió por completo el pasado  el pasado 7 de mayo. Gracias a un arranque populista, en la recta final de la campaña electoral, su reconstrucción fue ordenada de inmediato por el ministro de Turismo Francisco Javier García, que contaba con el beneficio de tener a mano una coartada irreprochable gracias  a la cual casi todo el mundo aplaudió su patriótico gesto: se trataba de un lugar emblemático de Las Terrenas, del que recibían el  sustento alrededor de 200 personas.

Poco importó el detalle, sin duda irrelevante, de que el Pueblo de Pescadores violaba desde su nacimiento mismo la ley que prohíbe la construcción y operación de negocios  en la franja de 60 metros que separa la playa de la costa, pero se le toleraba y aceptaba porque se le consideraba parte de Las Terrenas y de sus encantos. Al ordenar su reconstrucción, en el mismo lugar, no solo se otorga carácter definitivo a esa violación sino que se envía una señal confusa al resto de la sociedad, pues se supone que las leyes son para respetarlas todos sin excepciones ¿Con qué autoridad  va a exigir Turismo que se cumpla ese mandato de la ley si el propio ministerio propicia, en nombre del padrefamilismo  y su aliado natural el  clientelismo, que  se irrespete?