Violencia– Un hombre mata a su hermano menor por un parqueo, y luego trata de suicidarse disparándose un tiro a la cabeza; el sobrino quema vivo a su tío porque estaba cansado de sus buenos consejos y recibe, en castigo por su abominable crimen, 30 años de cárcel; un hijo mata a su padre, un sargento de la Policía Nacional, en medio de una discusión por 500 pesos, y simula que fueron unos ladrones que se metieron a su casa a robar. La crónica roja de nuestros periódicos espanta y quita el sueño, pues refleja una descomposición social tan profunda que parece irreversible. ¿Cuándo, cómo y por qué nos volvimos tan violentos? ¿A qué atribuir ese desprecio absoluto hacia algo tan valioso como una vida humana? ¿Cómo detener la matanza de mujeres (feminicidios los llaman) en nombre del amor? Un día llegará, que espero sea pronto, en el que encontrar respuesta adecuada a esas preguntas será un asunto de vida o muerte para la sociedad dominicana, siempre y cuando, desde luego, no nos matamos antes los unos a los otros.
Sicarios.com.- Basta tan solo con ver las armas decomisadas a cuatro presuntos sicarios, a los que se acusa de pertenecer a una red al servicio del narcotráfico y el crimen organizado, para hacerse una idea del auge de la industria del sicariato en el país. Según las autoridades, los presuntos sicarios tenían la encomienda de asesinar a tres personas, una en Santo Domingo y las otras dos en Santiago, trabajos por los que cobrarían dos millones de pesos. Se trata, como puede verse, de gente que cobra muy bien por su trabajo, sobre todo si los comparamos con los sicarios de patio (para decirlo de algún modo) que le dan para abajo al más bonito por sumas tan módicas como quince mil pesos, lo que sin duda ha ayudado a popularizar el asesinato por encargo, convirtiéndolo, en los violentos tiempos que vivimos, en un crimen al alcance de cualquier bolsillo.