Cambalache.- Se quejaban algunos de los residentes en la lujosa torre de apartamentos a cuyas puertas murió acribillado a balazos el coronel de la Policía José Amado González y González, a quien las autoridades vinculan a los prófugos José Figuereo Agosto y Sobeida Félix Morel, de que los promotores de proyectos no se tomen la molestia de depurar a las personas a las que les venden, ni indagan su pedigrí ni muchos menos averiguan de dónde proviene su dinero. Eso quiere decir que en cualquiera de esas elegantes torres conviven, a veces puerta con puerta, el empresario o el banquero con el narcotraficante internacional o el impúdico político recién enriquecido, porque al igual como ocurre con la sociedad en sentido general a estas alturas resulta ya muy difícil saber quién es quién.
Sos-sextillizos.- Un reportaje publicado ayer por este diario sobre los primeros y únicos sextillizos del país, a propósito de celebrar sus 4 años, no solo recoge las vicisitudes y afanes de una familia que gracias a ese milagro de la ciencia médica tiene gastos fijos mensuales de 100 mil pesos, sino que muestra también la falta de consistencia de la ayuda oficial, que se arrimó solícita cuando el extraordinario acontecimiento se hizo público y, mas que nada, cuando se supo del desconcierto y la impotencia de unos padres sin medios materiales para hacer frente, con todas sus implicaciones, a la llegada a sus vidas de seis hijos de un solo golpe, de seis nuevas bocas que alimentar. Educacion retiró una ayudita que les hacía llegar, y la única que se mantiene, a través de Salud Pública, llega cuando se puede. Para un gobierno que gasta tanto dinero en nominillas, ayudas, botellas y cuantas formas han encontrado los políticos para ordeñar la generosa (y aparentemente inagotable) teta del Estado, no puede ser muy difícil tender una mano a quienes realmente lo necesitan.