Transparencia.- Definitivamente, en este gobierno la ley no entra por casa. El martes pasado este diario publicó una nota destacando un hecho insólito en los tiempos que corren: la página electrónica de la Presidencia de la República no contiene información financiera, no presenta las declaraciones juradas de bienes de los principales funcionarios del gobierno ni la nómina de empleados; tampoco el presupuesto que maneja ni la forma en que lo ejecuta, todo esto a pesar de que la Ley de Libre Acceso a la Información Pública establece la obligatoriedad de que los portales del gobierno contengan la sección Transparencia ofreciendo informaciones sobre los recursos públicos que manejan. Aún así, al presidente Leonel Fernández no se le apretó el pecho para declarar el 2011 Año de la Transparencia y el Fortalecimiento Institucional.
Voces interesadas.- A riesgo de que los interactivos digitales al servicio del Ministerio de Educación me acaben, pregunto desde aquí si entre las voces interesadas que según el ministro Melanio Paredes han opinado sobre los controvertidos Textos Integrados se encuentra la de monseñor Benito Angeles, quien hace unos días se quejó en un programa de televisión de que en alguno de esos textos se define el matrimonio como la unión entre dos personas, en lugar de decir que es el producto –como Dios manda– de la unión entre un hombre y una mujer.
Defecto constitucional.- No soy experto en Derecho Constitucional ni cosa que se le parezca, pero aún así tengo la molesta sensación, al leer y escuchar todo lo que se está diciendo y argumentando (son dos cosas muy distintas) sobre el Tribunal Constitucional y la Suprema Corte de Justicia, de que la nueva Constitución adolece del mismo defecto que la anterior: cada quien la interpreta a su mejor conveniencia.