Abriendo frentes– La denuncia, cierta o no, de que hay periodistas pagados para provocar al candidato del PRD, Hipólito Mejía, es en gran parte responsable del estrujón que recibió un reportero de televisión de parte de miembros de su seguridad, incidente que con un poco de mala fe y otro tanto de ganas de joder ha querido ser manipulado por el oficialismo y sus estridentes corifeos.
Si cada reportero que se acerque a Mejía va a ser visto como un potencial enemigo o un agente provocador por sus espalderos van a pagar justos por pecadores, como en efecto, y el perjudicado será el propio candidato, que sin reporteros que den cobertura a sus actividades está frito. Por eso no es buena idea azuzar al Guapo de Gurabo contra supuestas o reales provocaciones de periodistas, pues pone a su seguridad a la defensiva y ya ven las consecuencias. En las presentes circunstancias lo que menos necesita Hipólito Mejía son nuevos enemigos, y mucho menos que se los recomiende gente de su propio entorno.
Presos y desacreditados.- Comentaba el otro día un juez a una reportera de este diario que el sometimiento a la justicia, por violencia contra la mujer, de figuras conocidas, incluido un funcionario público, había provocado un notorio incremento en las denuncias de maltratos en los tribunales, probablemente porque muchas mujeres, al ver que la justicia también toca a los ricos y famosos, se animan a querellarse contra sus verdugos.
Ayer le tocó el turno al exsenador Tunty Rutinel ser apresado acusado de agredir a la mujer con la que convive, lo que refuerza el mensaje de que la ley será severa con los maltratadores sin importar posición económica, linaje social o político. Esos apresamientos no solo son un estímulo a las mujeres agredidas para que procuren el amparo de la justicia sino también un disuasivo para los violentos, que ya saben que pueden caer presos y, peor todavía, quedar desacreditados para siempre por abusadores.