Qué se dice

Qué se dice

A propósito de desamparos, con el perdón del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, hay que decir que muy pocos estarán sufriendo los rigores de esa indefensión como los miles de maestros que han sido jubilados por la secretaría de Educación, que al día de hoy no han podido cobrar el salario correspondiente al mes de enero. Estamos hablando de personas mayores, muchas de ellas enfermas o con graves limitaciones físicas, que dieron lo mejor de sí a su paso por las aulas y que ahora, cuando más lo necesitan, han sido dejados en el más absoluto de los abandonos. Pero nadie se conduele de la ingrata suerte de esos maestros, ni siquiera aquellos que, por su investidura, están obligados a velar porque los jubilados reciban cada mes su mísera pensión, un acto de elemental justicia que no es posible, ¡por Dios!, seguir aplazando.

[b]Recortes diplomáticos[/b]

El servicio exterior dominicano, como es fácil imaginar, no podía estar ajeno a los embates de una crisis que nos golpea de manera inmisericorde. Fuentes de la Cancillería confiaron a esta columna que el Gobierno ha dispuesto severos recortes en su cuerpo diplomático, lo que incluye a ministros consejeros, consejeros, primeros secretarios y agregados, gente que ganaba desde 4,000 hasta 2,000 dólares al mes, en destinos tan diversos como Madrid, Jamaica y Venezuela, entre muchos otros. La cancelación de todo ese personal significará un gran ahorro para el Gobierno, que ha venido enfrentando dificultades para conseguir los fondos que permitan hacer los giros a sus diplomáticos. Pero servirá, también, para reducir a dimensiones mucho más manejables una nómina que, al igual que tantas instituciones del Estado, sufre una severa hipertrofia de pronósticos reservados.

[b]En el supermercado[/b]

Pronto serán, por el camino que vamos, el paraíso perdido de una clase media nostálgica de los tiempos de abundancia. Pero en lo que llegan esos infaustos días los supermercados siguen siendo, por derecho propio, el mejor termómetro para medir el impacto de la crisis en un sector que se resiste, contra todo pronóstico, a dejarse empobrecer. Las amas de casa que acudieron hace unos días a un conocido supermercado, buscando beneficiarse de unos especiales cada vez más escasos, de seguro que nos darán razón. Sin que nadie se diera cuenta, el pequeño grupo que se agolpó en los frentes del establecimiento desde antes de las 8:00 de la mañana, esperando que abriera sus puertas, se convirtió muy pronto en una verdadera multitud, dispuesta a luchar a brazo partido por una oferta que, evidentemente, no alcanzaba para todas. Abundaron, a pesar de la compostura de algunas señoronas, los encontronazos y las discusiones, y poco faltó para que la ansiedad de las más desesperadas provocara una gigantesca trifulca que nadie sabe en lo que hubiera terminado. ¡Y todo por unas cuantas fundas de arroz!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas