Coitus interruptus.- No es por nada, pero en un país donde no se pueda disfrutar de la idílica paz de una cabaña de motel, en compañía de quien a usted le dé su maldita gana, sin exponerse al sobresalto de que en el momento menos esperado una patrulla policial te saque de concentración tumbándote la puerta a golpes para obligarte a salir a demostrar que tu carro es de tu propiedad o que eres quien dice tu cédula, no se puede hablar de libertad, de libre tránsito, del derecho a la intimidad ni de pendejadas parecidas. Por suerte, los aparatosos registros realizados por la Policía a principios de semana en varios moteles de la autopista 30 de Mayo, donde hicieron pasar momentos muy desagradables a los furtivos amantes de paso, fueron completamente ilegales, debido a que no fueron autorizados por un juez competente y se realizaron sin la presencia de los representantes del Ministerio Público. ¿Quién tendrá la amabilidad de informárselo a quienes, por culpa de la brusca irrupción policial, no olvidarán nunca el mayor susto que han pasado en sus vidas?
De cédulas y votos- Ayer me enteré, a través del portavoz de la Policía Nacional en Santiago, de que el vigilante privado –todavía prófugo– al que se acusa de asaltar la sucursal del Scotia Bank de Gurabo se hizo expedir tres cédulas de identidad y electoral con diferentes nombres y apellidos con el propósito de evitar que lo alcance el brazo de la ley, como tantos otros delincuentes, narcotraficantes y hasta ciudadanos extranjeros a los que persigue la justicia en sus países y que nos utilizan como un acogedor y seguro escondite. Siempre me he preguntado, y aprovecho que estamos en medio de la zafra electoral para retomar la reflexión, si la facilidad conque toda esa gente obtiene varias cédulas de identidad y electoral no es aprovechada, también, por los políticos para multiplicar sus votos, pues seguro estoy de que ganas no le faltan. ¿Usted qué cree?