Retiro forzoso.- Nuestros cuerpos armados, tanto policiales como militares, se han caracterizado desde siempre por la poca transparencia con que manejan sus asuntos, bajo el argumento de que la naturaleza de sus funciones obliga, por razones de seguridad, a ese secretismo, sin duda excesivo para una democracia. ¿Cuántas veces no nos habremos tropezado con un tajante por conveniencia del servicio cuando hemos querido indagar las razones por las cuales fue separado de sus filas alguno de sus miembros, sobre todo cuando se trata de oficiales de alta graduación? ¿Por qué hay tanto misterio alrededor del retiro forzoso con el que se ha querido explicar la abrupta salida de la Policía Nacional del asesinado coronel José Amado González González? ¿Por qué manejar como si se tratara de un secreto de Estado desviaciones e inconductas que deben ser expuestas al escrutinio público como ocurre con cualquier ciudadano o ciudadana que quebranta nuestras leyes?
En el momento en el que se encuentran nuestros cuerpos armados y organismos de seguridad del Estado, permeados hasta los tuétanos por el narcotráfico y el crimen organizado, ese secretismo resulta contraproducente y puede prestarse a confusión y malas interpretaciones, al confundirse con complicidad, maridaje o apañamiento. Y es que la sociedad dominicana necesita saber, sin subterfugios ni medias verdades, qué es lo que está ocurriendo en instituciones que se entiende fundamentales para el mantenimiento de la paz social y la preservación del orden democrático, y más que nada porqué quienes la integran y dirigen ceden con tanta facilidad a la tentación, por un puñado de dinero, de manchar el uniforme que prometieron honrar y respetar.