Qué se dice

Qué se dice

Se caía de la mata, a decir verdad, que el procurador general de la República, el doctor Víctor Céspedes Martínez, emprendiera acciones urgentes para evitar la ocurrencia de nuevos escándalos en torno a la concesión de indultos. Su decisión de recomponer la comisión responsable de evaluar esos indultos, sin embargo, parece insuficiente, pues no basta con agregar nuevos integrantes a esa comisión o crear otros mecanismos, con mayores niveles de supervisión, para la preselección de los presos a indultar de ahora en adelante. Sino establecemos, con una investigación seria y a fondo, cómo fueron excarcelados, el pasado 23 de diciembre, varios reos que habían sido rechazados por la comisión, no estaremos seguros de poder evitar, en el futuro, nuevos y vergonzosos escándalos. Tan sencillo como eso.

[b]Perdidos[/b]

Si alguien sabe lo que sucede le rogamos que nos eche una mano, pues a estas alturas muy poca gente parece tener una idea clara del rumbo que lleva el PRD. Ahora dice Fello Suberví que duda mucho que pueda celebrarse la convención del próximo domingo, en la que «competirán» (las comillas, por razones obvias, son inevitables) el presidente Mejía y el médico santiaguero Frank Joseph Thomén, pues existe un acuerdo en ese sentido con el mandatario. Pero la gente del PPH, en cambio, sostiene que esa convención va de todas maneras porque se trata de un mandato institucional, y no hay porqué dudar, a menos que se produzca un milagro que nadie espera, que el presidente Mejía obtendrá una victoria aplastante. ¿En qué parará todo este enredo? Eso es difícil de predecir, mucho menos en un PRD convertido en un archipiélago de facciones: la de Hatuey Decamps, atrincherado en el local del partido y su indoblegable antireeleccionismo, la del presidente Mejía, cómodamente aposentado en el Palacio Nacional y con intenciones de quedarse cuatro años mas en el «carguito», y el llamado grupo de «Los Tres» que, dicho sea de pasada, ni siquiera ellos mismos saben en qué pie están parados.

[b]Prudencia[/b]

Tal vez sea apresurado adelantar juicios sobre el nuevo rol que se piensa asignar a los agentes de AMET, una vez se formalice su traspaso a la Policía Nacional, pero como lo que abunda no daña no está demás recomendar un poco de prudencia antes de tomar cualquier decisión de la que podamos arrepentirnos en el futuro. La delincuencia y la criminalidad son, ciertamente, una peligrosa amenaza a la tranquilidad en la que aspiramos vivir, como cierto es también que la institución del orden padece un severo déficit de agentes, así como de equipos y recursos conqué combatir de manera eficaz esa amenaza. Pero incorporar a ese esfuerzo a los agentes de AMET sería, como solemos decir, desvestir un santo para vestir a otro, pues supondría echar a perder el eficiente trabajo que esos agentes han venido realizando para poner un poco de orden y control en nuestras calles.

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